Es bien extraño ver a JoanCarlos Pedroso o a Dánel Castro con las
camisetas de la Isla de la Juventud y Villa Clara respectivamente.
Después de
tantos años viéndolos lucir los colores rojo y verde
de perico, -como dicen algunos-, pero insignes
de Las Tunas, y con un contraste total en el
terreno en vivo, no me acostumbro a otras tonalidades.
Desde hace un
tiempo manifesté mis puntos de vista de los refuerzosen la Serie Nacional de Béisbol, y aunque es cierto que han elevado el
nivel de competición, siguen siendo ellos, como tantos otros, jugadores sin
motivación.
¿Acaso
volverá Pedroso a jugar la primera base del equipo Cuba?,
o Dánel la segunda. Los que conocemos del béisbol cubano sabemos que no. Y no
porque esté José Dariel en la inicial, -quien es
indiscutiblemente el más integral en esa posición-, sino porque nuestro sistema
beisbolero casi nunca permite que “cuando te bajes del Cuba te vuelvas a subir”.
Tal vez sí,
me ciegue la pasión. Ni soy comentarista, ni trato de ser imparcial, ¿cómo
serlo? Solo trato de mostrar mi punto de vista sobre la desilusión, decepción
desmotivación, que supongo, sufren gran cantidad de peloteros cubanos, que
nunca o muy poco vestirán la camiseta del “Cuba”.
Claro, para
hacer el equipo grande están los mejores en el rendimiento, pero hay varias
posiciones donde se pueden escoger hombres de sobra y entonces muchos buenos se
quedan fuera.
Antes había
equipo Cuba A, B, y hasta C, pero desde hace un tiempo para acá son siempre los
mismos jugadores los que hacen la única y exclusiva selección nacional.
Para colmo el
equipo Occidentales que recientemente ganó el
juego de las estrellas, está compuesto, en su mayoría, por los integrantes del
último “team” caribeño.
Ah, sería más
inteligente si los peloteros se enrumban hacia la receptoría (donde hay varias
vacantes después del “retiro obligado” de Pestano y la sanción de
Yosvani Alarcón) o lanzadores zurdos, pero para
ambas categorías hay que nacer con habilidad.
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