jueves, 30 de enero de 2014

¿Una Revolución de y para los jóvenes? (+Audios)

 Cuatro, historias de vidas. Cuatro jóvenes de diferentes estatus sociales que conversan sobre sus espectativas reales sobre la Revolución Cubana
 Maxiller Martínez Tovar, siempre soñó con tener su propio negocio. Graduado como técnico medio en servicios gastronómicos trabajó con el Estado hasta que en 2011, con la apertura a las nuevas formas depropiedad privada, abrió un pequeño restaurante.
Lo que comenzó siendo un local para apenas unos pocos comensales es hoy una de las más prestigiosas paladares de Cienfuegos, un sueño hecho realidad, para quien no cumple aún los 30 años.
 “A pesar de las dificultades en cuestiones burocráticas y obstáculos de algunos organismos, ya sea por desconocimiento o resistencia al cambio, es una intención del gobierno apoyar a quienes comenzamos en esta nueva forma de gestión económica”.
Rodeado por socios, quienes son tan o más jóvenes que él, manifestó su seguridad de que es posible alcanzar sus metas futuras, no solo como integrante del sector privado, sino además como joven.
“Creo que mis expectativas futuras pueden cumplirse. Me interesa la prosperidad de “Casa Prado” y el buen trato a quienes buscan aquí pasar un rato agradable en familia o en pareja. La Revolución por suerte, no pone trabas para cumplir mis sueños”.

A pesar de todo, seguimos sin miedo
Alier Quintana Medina, estibador de 30 años, no cree que sus amigos que dejaron la Isla definitivamente lo hayan hecho por cuestiones políticas.
“Casi todos se marcharon en busca de mejores oportunidades económicas, a probar suerte. Algunos les fue bien, a otros les ha ido muy mal”.
“Me parece que aún en el país deben ocurrir cambios en materia de salario y estímulos, para que haya más motivación. Por ejemplo tengo socios que se “quemaron las pestañas” en la universidad y no pueden ir ni a una discoteca, y cuando yo voy es porque me invitan”.
En el almacén donde trabaja, Alier es el único que menor de 35. Estar rodeado por adultos y conocer de cerca sus historias y preocupaciones le hace reconocer que existen logros en materia de salud y educación, a los que tal vez en otras naciones no pudiera acceder.
Aun así considera que en un 70 por ciento, la situación actual cumple sus expectativas futuras, pero sabe que muchas de las transformaciones sociales y económicas, dependen de los propios cubanos.
“Yo quiero que mi hijo viva en una sociedad que cada día sea mejor, donde se inculquen los buenos modales, y la educación, aunque empiece por la familia, depende también de los demás”.
Más allá de carencias, Alier no es pesimista. “Sé que nosotros podemos y vamos a seguir pa´lante, sin miedo”.


 Garantizarle más años a la Revolución.
Graduado apenas dos años atrás de ingeniería mecánica, Miguel A. Suárez Verges de 25 años, está satisfecho con la carrera que estudió por el amplio campo que, en materia de explotación, existe en Cuba.
“Hay muchas industrias en la isla, y aunque son pocas las que cuentan con tecnología de punta, se aprende a explotar la técnica”.
Sin embargo, considera que es aún el tema económico, el que más frustra sus aspiraciones.
“Estoy consciente de que este es un país del tercer mundo, pobre, con carencias, pero el nivel adquisitivo de los cubanos no se corresponde con el precio de gran cantidad de productos, y por eso son los ingresos económicos, a mi entender, lo que desmotiva en la sociedad”.
Considera que ese constituye uno de los mayores retos de la actualidad y aunque sabe de pasos que se están dando en función de eliminar esa «preocupación», también asegura que diversas influencias, atentan también contra la motivación.
“Hace algunos años, cuando mis padres y abuelos eran apenas unos muchachos tenían más cerca el referente de un país en miseria, como el que existía antes del primero de enero de 1959. Hoy los tiempos cambiaron y ya las nuevas generaciones están tan identificadas con esa historia. Es triste, pero cierto, y en ello han influido los medios, la propia sociedad y por supuesto, el Internet y las nuevas tecnologías”.
“No es que se deban negar, esos avances, al contrario, pero es precisamente esa comparación y hasta la desinformación sobre lo que ocurren en materia de transformaciones en otras naciones, lo que ha llevado a que más jóvenes emigren del país ya sea temporal o definitivamente”.
“Si yo tuviera la oportunidad también viajaría,-reconoce sin tapujos-, porque además me gustaría probar mis conocimientos en otras naciones. Y si muchos profesionales cubanos han podido ejercer sus especialidades y prosperaron, de alguna forma es un reconocimiento y prestigio para la educación cubana”.
Asimismo aclara, que cada cubano le debe a su Patria el agradecimiento por su formación y la mejor forma de ayudarla a convertirse en la Isla que soñamos, «es esforzándose cada día, desde aquí, para lograr ese objetivo».
“Creo que se puede seguir adelante. Si corregimos errores que como en todo proceso se cometen, es posible garantizarle más años a la Revolución”.




Un gran terreno para empezar a crear
Víctor Alfonso Cedeño se considera una nerd porque le obsesiona la realización audiovisual y que el público se fanatice con los personajes que crea. Graduado como arquitecto en la Universidad Central Martha Abreu de Las Villas, su mayor satisfacción la encuentra dibujando animados. Es el autor de la serie Danny y el club de los berracos, cuyos capítulos recorrieron la Isla a través de memorias flash.
Entre sus expectativas futuras, figuran por supuesto, las referidas a los medios de difusión.
Manifestó que le gustaría que se dieran más oportunidades a los realizadores independientes, cuyas propuestas no por polémicas, van en contra de los preceptos actuales.
“Añoro descubrir en los productos audiovisuales el universo cubano, lleno de personajes pintorescos. Creo que las series, aventuras, animados e incluso novelas, de años atrás eran más atractivas. No sé qué o cuánto han cambiado esos oficios desde hace un tiempo para acá, o tal vez fui yo, pero recuerdo lo atrayente de esos productos en mi infancia”.
A Vito, como le llaman sus amigos, no le interesa irse del país. Aquí hace lo que le gusta, y medio en broma medio en serio, cree que quienes emigran lo hace por algo así como la inercia.
“Cuba está muy rica para hacer cosas, para probar cosas. A veces te preguntan: ¿qué tú quieres cambiar, qué tú quieres hacer? Yo, nada. Yo quiero vivir en este mundo, y Cuba es un gran terreno para empezar a crear”.

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