Hablemos
ahora de colaboradores, tarjetas con descuentos del 30 por ciento y menajes de
casa. Familiares de cubanos que viven en el extranjero. ¿Qué culpa tienen ellos
de la importación de productos con carácter comercial? ¿Porque también los
ataca la Aduana?
Cuba es una
Isla llena de carencias, que van desde lo moral hasta lo económico, y no son
pocos los cubanos que se han ido al extranjero buscando una solvencia por
varios años luego del regreso. Seríamos ingenuos si pensáramos otra cosa.
Entonces, cómo es posible que sea el mismo trato para los colaboradores, esos
que SUSTENTAN, así en mayúsculas, la economía del país.
Alguien
podría decir que estas cuestiones no me importan porque no tengo a nadie en el
extranjero que se perjudique con las regulaciones, pero se “joden” mis amigos y
eso me “encabrona”, y perdonen la vulgaridad en mis letras de señorita, pero a
esta altura ya no encuentro otro calificativo.
Veamos
algunas cuestiones que me han comentado aquellos que han tenido el placer de
visitar otras tierras.
Los
colaboradores, dígase de salud, deportes, educación o cualquier otro, se pasan
11 meses reuniendo para traer algo a la familia y amigos. Así, como es más
barato y en algunos casos hasta regalados, traen todo tipo de ropa para que los
suyos no tengan que preocuparse por esas cosas en un buen tiempo. Dos docenas
de blúmeres por solo mencionar un ejemplo de la nueva regulación, no es
suficiente para quien tiene madre, hermanas, hijas, suegra. Para quien quiere
regalarle dos a su mejor amiga y dos a su ahijada. No es suficiente cuándo, por
comprarlos por docenas, el vendedor te ha descontado el 40 por ciento. ¿Entonces cree usted que si trajo
cuatro era de carácter comercial?
A los cubanos
nos gusta compartir nuestra bonanza, a veces restregársela en la cara algunos,
pero siempre dejarle a alguien que es importante en nuestras vidas, o alguna
vez nos ayudó, un gesto de agradecimiento que se traduce en eso, blúmeres,
calzoncillos, medias, pañuelos.
O alguien que
nos da el dinero y nos pide determinado equipo que venden muy caro en las
tiendas estatales o no los hay. Así encargamos a esos mismos colaboradores a
quienes tenemos plena confianza DVDs, celulares y hasta vestidos de quince o
matrimonio.
Pero ya los
colaboradores no podrán ayudarnos, al menos no de esas formas. ¿Cuánta
frustración entonces para aquellos valientes que se arriesgan y pasan casi un
año lejos de la familia, y que ahora por las nuevas prohibiciones de la aduana,
no podrán complacer a sus hijos con algo que pidieron, porque de eso solo
pueden traer una o dos unidades.
Y ni hablar de aquellos que envían paquetes a sus
familiares y ahora no pueden sobrepasar los 1,5 kilos, porque entonces sería
casi más caro enviarlos que el contenido.
Nunca he comprendido por qué si pago el sobrepeso a
la aerolínea cuando voy a viajar debo volver a pagarlo cuando llego, pero a
esta altura no creo que alguien me vaya a explicar, y con este escepticismo que
me rodea, mucho menos entender.
Creo que dejé mi punto claro aunque me sobran ejemplos
y me faltan ganas de seguir. Al menos me satisface saber que los cubanos con
internet comparten mi forma de pensar, solo hay que remitirse a los comentarios
de Granma o Juventud Rebelde.
Pero a esta altura, de tanto pensar y retorcerme, de
tanto intentar comprender, me duele la cabeza, y los voy dejando por hasta me
puede dar un infarto y con mi edad, estoy segura que no lo voy a sobrepasar, y
lo más triste, solo mi familia me va luego a recordar.
He aquí un ejemplo ilustrativo de progreso semanal.
Vea la primera parte aquí
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