lunes, 14 de octubre de 2013

Los recuerdos son mi herencia (+ Galería de Fotos)


 Mi madre aún conserva aquel periódico del 14 de octubre de 1976. Casi ilegible por el tiempo y a pesar de los dobleces para hacerlo caber en la vieja caja de madera, el papel amarillo por el paso de los años todavía enseña nítidamente el titular: “Trasladados a Cuba los cadáveres rescatados. Tendidos en la base del monumento a Martí”.
 Junto a las primeras fotos de sus hijas, medallas de vanguardia nacional y hasta una de aquellas libretas de ropa por cupones de la década del 80,  mamá guarda esa edición en blanco y negro del periódico Granma con una de las páginas más tristes de esta Patria.
 Hace años, cuando lo descubrí entre sus recuerdos, me dijo que ese hecho marcó sobremanera su vida. “La muerte de 73 personas inocentes, entre ellos tus coterráneos, no es algo fácil de olvidar”.

 Pensó entonces en mi hermana Kenia y sus apenas ocho años, e imaginó el desconsuelo de los padres de aquellos casi niños que integraban el equipo juvenil de esgrima.
 Pensó también en los infantes que quedaron huérfanos, como la pequeña de Miriam Remedios de la Peña, una cienfueguera cuyo último deseo fue, seguramente, abrazar a su hija.
 Cual si fuera una de sus más preciadas memorias, mamá no ha podido nunca desprenderse de ese diario de jueves. Aún la estremece la conmovedora imagen de Caridad Bocalandro y Raúl Rodríguez del Rey, llorando desesperados frente al retrato de su hija María Elisa.
Con cuidado mamá ojea esa edición del Granma con casi 37 años. Ante la foto de los tuneros Leonardo Mackenzie Grant y Carlos Leyva González, se detiene. Los mira e imagina el hijo varón que siempre quiso y nunca llegó.
 Precisamente allí, en la casa de Carlos, en Las Tunas, existe hoy un museo dedicado por completo a recordar a las víctimas del trágico atentado.
  Mamá ha pensado varias veces en donar a ese sitio la edición del periódico que conserva. Sin embargo, no puede desprenderse de ese papel que ha conservado por más de tres décadas.
 Hoy ha descubierto que un buen amigo guarda la edición del día anterior. Tampoco él ha podido desprenderse de ese triste recuerdo. “Voy a regalártelo, quiero que lo guardes, me ha dicho Iván”.
“Estos recuerdos son tu herencia”, me responde entonces mi mamá.





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