sábado, 12 de enero de 2013

Una carta para Ayita, mi hermana "bianca" (Felicidades)

No sé porqué ni cuándo comencé a decirle Ayita a mi hermana mayor Kenia.

Así se quedó en mi corazón, y aunque con el paso del tiempo dejé de llamarla así, ella nunca ha dejado de sentirse la aya de mi vida.
Y es que realmente mi hermana Kenia, más que una niñera, sinónimo de ese apodo que le dije durante mis primeros años de vida, ha sido mi segunda madre.

Dándome siempre buenos consejos
Aún recuerdo mi infancia transcurrir en los pasillos del Politécnico de la Salud de Las Tunas, donde fue profesora durante muchos años. Yo la acompañaba a sus clases y sus reuniones.
Su pequeña oficina a la entrada de la escuela fue el aula perfecta donde aprendí sobre Enfermería, Ortografía y hasta artes escénicas. Porque sí, mi hermana es la mejor declamadora que he visto. Creo de ella heredé esa pasión por recitar poemas, esos que ella misma me enseñó. ¡Habría que verla declamar Mi Comandante!, o cualquier otra poesía patriótica, mi ayita emocionaba a todo el que la escuchara.
Mis lindas hermanas
 Dios no quiso darle hijos a mi hermana, no hacía falta, nos crió a Ara y a mí con el mismo empeño y tesón con que lo haría una madre, a tal punto que mis compañeros del círculo y la escuela primaria, me preguntaron muchas veces si era ella mi mamá.
 Mi hermana ¨bianca¨, como me cuentan la defendía ante la eminente diferencia en nuestras pieles, ha sabido convertirse en madre sin haberlo sido nunca biológicamente, lo es de corazón, que es lo esencial.
 Cuentan que una vez, ante una perreta que hice mientras viajaba con ella en una guagua, tuvo que darme a mamar de su pecho para calmarme. ¿Quién dice entonces que no amamantó nunca en su vida?. ¿Quién puede negar entonces que no ha sido madre?
Mis tres hermanas
 De carácter fuerte, intransigente ante lo mal hecho y revolucionaria hasta los huesos, mi hermana Kenia Esther Loo Ibarra, cumple años hoy 12 de enero, y aunque su colaboración en Venezuela no le ha permitido estar con su familia, llegue a ella con este post el agradecimiento eterno de una hermana-hija para quien ha sido siempre un ejemplo a seguir.
 Mi ayita ha estado ahí siempre que lo he necesitado y a pesar de los errores inevitables que hemos cometido en la vida, ella es uno de los amores de mi vida.
Mis hermanas Ara y Kenia, junto a mi
 Para ti, que sé que leerás estas letras, porque eres de las más fieles lectoras de mis páginas, estas palabras por cada momento que has estado a mi lado durante mis ataques de asma, mis pruebas de ingreso, mis graduaciones, mis reuniones de padres, mis alegrías y mis tristezas.
 Desde aquí en Cuba, hasta la lejana Venezuela llegue el más profundo beso y el más apretado abrazo, ese que te daba cuando me escurría en las noches para dormir contigo. Te quiero mucho mi ayita, en este cumpleaños que Dios te dé muchas cosas buenas, y salud para que puedas acompañarme siempre, porque mucho te necesito.

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