viernes, 25 de noviembre de 2011

Mujeres como Catarina


Ricardo le gritó idiota a su mujer, delante del niño de dos años. Otra vez la amenazó con abandonarlos. Ella no dijo una palabra.
Frente a su apartamento, Alberto llegó borracho otra vez. La madre de sus hijos le reclamó y él le lanzó el búcaro que había en la sala. Por suerte, los reflejos de la mujer de 52 años, aún son rápidos.
Laura en su cuarto, no escuchó nada. Lloraba al recordar que su novio la obligó a tener sexo, y ¡ella que creía que había encontrado el amor de su vida!
Lo sepan o no, estas mujeres han sido víctimas de la violencia intrafamiliar en todas sus formas.



A menudo las féminas son violentadas y se mantienen al margen de ello y aunque las cifras en la Isla, no son significativas comparadas con otros países, se han dado casos que comentarlos, sería apelar al sensacionalismo que tanto criticamos de la prensa extranjera. Sin embargo existen otros tipos de violencia tan comunes, que pasan desapercibidos.
En nuestra sociedad, cuando hablamos de violencia pensamos en la agresión física que puede, en el peor de los casos, terminar en la muerte. Pero existen otras formas que pueden dañar tanto o más.  Otras manifestaciones violentas son, las sexuales: (violación cuando no se desea una relación sexual por alguna causa o porque se rechazan las formas de realizar el acto sexual), emocionales: (someter a burlas, ofensas o humillaciones), e incluso el limitar o impedir el deseo de estudiar o trabajar y el negar el apoyo económico teniendo las posibilidades para hacerlo.
La cruda realidad
Según datos de las Naciones Unidas, en el mundo al menos una de cada seis mujeres es golpeada, obligada a tener relaciones sexuales o a sufrir un tipo de maltrato a lo largo de su vida, mientras una de cada cinco podría ser víctima de violación o intento de violación.
En América se estima que entre el 30 y 45 % de las mujeres, son víctimas de violencia física, sexual o psicológica.
En Estados Unidos, por ejemplo,  una mujer es golpeada cada 18 minutos y la violencia en el hogar es la principal causa de las lesiones de que son víctimas en edad fecunda. Entre el 22 y el 35 % de las visitas a servicios de  urgencias se deben a ello.
En Perú, el 70 % de los delitos denunciados a la policía están relacionados con casos de mujeres golpeadas por sus maridos.
Las estadísticas disponibles en Cuba, no son abundantes, pero está reconocida la existencia de la violencia familiar en todas sus aristas, con predominio de la psicológica o emocional.
Aunque las estadísticas de muertes violentas en la isla no son de dominio público, en Cuba se conoce que la mayoría de las mujeres que fallecen víctimas de la violencia, lo hacen en el hogar.
Consulta con un especialista

Por su experiencia, la psicóloga Raiza Gordillo Reyes del Policlínico Docente “Guillermo Tejas Silva” refiere que la principal forma de violencia que se reitera en la consulta es la psicológica, y que en algunos casos estas pacientes han vuelto con los mismos problemas.
“Cada caso es único, y brindamos ayuda profesional teniendo en cuenta las particularidades de cada caso, pero este fenómeno está determinado por otros factores que van más allá del sector salud, desde patrones morales y sociales que durante su vida ha formado esa persona, hasta la educación jurídica que incluye, el conocer sus derechos legales cuando se es víctima de violencia”.
Sin embargo no todas las mujeres asumen la violencia de la misma forma.  “La actitud ante la violencia puede ser muy variada –refiere la especialista- y el aceptarla o tolerarla puede estar ligado a causas educacionales; a prejuicios, e incluso a la necesidad morbosa de ser victimizada, pasando también por factores económicos”.
Buscar ayuda especializada no puede ser un prejuicio para las mujeres que se sientan violentadas, la falta de comunicación en la familia, es una de las principales causas de la violencia y puede erradicarse.
Mitos sobre la violencia
Según la Master Xiomara Mercantete, Psicóloga del Departamento de  Prevención y Educación para la Salud en el  Centro de Higiene y Epidemiología en la Provincia de Las Tunas existen varios criterios erróneos sobre la influencia del nivel de escolaridad del victimario: “el nivel cultural no influye en que sea o no agresor, pues pueden ser desde universitarios hasta personas que no estudian. Lo que sí influye es el haber crecido en una familia violenta pues el ambiente social en que el niño se cría, hace que el individuo crea que la violencia es normal; y al maltratar a una persona, incluso de palabra, está siendo violento y luego no lo reconoce”.
También es un mito pensar que la violencia intrafamiliar es un problema sólo de barrios marginales, o que no existe la violación conyugal y aún más erróneo, pensar que un embarazo detendrá la violencia y que ésta sólo se produce cuando hay drogas y alcohol de por medio. Muchas féminas piensan también que el ocultar el maltrato de sus hijos, no los afectará, lo que resulta totalmente incierto.

Confesiones anónimas


Algunas mujeres que me relataron sus experiencias, - y que decidieron mantenerse en el anonimato-, comenzaron pensando que el maltrato sería una sola vez, y perdonaron.
Muchas aún siguen con sus agresores, otras se separaron, y solo una decidió denunciar  al victimario cuando aparecieron los golpes, y luego retiró la acusación.
”Me da vergüenza hablar del tema, o tengo miedo a una reacción peor, o de qué me sirve”, fueron las respuestas de algunas de ellas. Unas incluso, justificaron a sus agresores pues sentían culpa al pensar mal del padre de sus hijos.
En algunos casos descubrí familiares y vecinos que intentaron intervenir y recibieron la negativa de las víctimas, o se mantuvieron al margen, por aquello de que, entre marido y mujer……
Muchas sin embargo no se percatan de que han sido violentadas y buscan otro tipo de ayuda. “La mayoría de las mujeres que  justifican las violencia de su pareja o familia, no llegan a nuestras consultas específicamente por temas violentos”- explica la master Xiomara Mercantete-. “Casi siempre vienen porque tienen una disfunción sexual o son anorgásmicas, o sus esposos tienen una disfunción sexual eréctil,  y ellas justifican  que el hombre tenga alguna manifestación hacia ellas, y me he dado cuenta que han sido violentadas verbalmente y no lo ven así”.
Protección legal contra la violencia física
En 1999, a petición del Grupo Nacional de Trabajo para la Prevención y la Atención de la Violencia Intrafamiliar creado en 1997 y coordinado por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el Código Penal, en su artículo 53 inciso J, incluyó como agravante ser cónyuge y el parentesco entre el ofensor y la víctima hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad. Esta agravante sólo se tiene en cuenta en los delitos contra la vida y la integridad corporal, y contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la familia, la infancia y la juventud.
La fiscal Yexy Rodríguez Díaz, cuya tesis de graduación fue un estudio sobre varios casos de violencia en las provincias Ciego de Ávila, Camaguey y  Las Tunas, explica que la sanción a  imponerle a los agresores es en dependencia del delito que se testifique y las características personales de cada infractor; o sea, si es primario, reincidente o  multi reincidente, en la comisión de hechos delictivos.
“Por otra parte, -especifica-  a las lesiones no graves, sin asistencia médica se les da un tratamiento contravencional, o sea que se le aplica una multa al amparo del decreto ley 141. Las lesiones no graves con necesidad de asistencia médica, van a juicio por un procedimiento sumario donde el fiscal no interviene, a no ser que éste tenga algún interés o sea un  menor  el que sea objeto de estas lesiones. Las lesiones graves, sin embargo, se llevan al tribunal provincial y allí el fiscal interviene y se realiza un juicio. A partir de agregarse como agravante el parentesco con la víctima,  el fiscal tiene la posibilidad de moverse dentro del marco penal al límite máximo de sanción”.


Aunque en el país el tema de la violencia contra la mujer tiene gran importancia, algunos juristas consideran aún insuficiente el código penal en relación a las sanciones impuestas a los agresores, pues refieren que  si  el hecho de golpear a una persona no trae como consecuencia lesiones que requieran tratamiento médico, no es considerado delito, sino una contravención del orden público, y se resuelve con la aplicación de una multa, lo que influye también en que las mujeres se mantengan indiferentes ante la decisión de denunciar o no, a su agresor.
 Ayuda y orientación
La organización que agrupa a las mujeres cubanas, también aboga por la eliminación de la violencia y lleva a cabo actividades que permiten orientar a sus miembros.

Mayelín González Pascual, miembro del secretariado provincial de la FMC destaca el papel de la organización femenina en la sociedad: “la casa de orientación a la familia es el espacio en el que tratamos el tema de la violencia, lo hacemos impartiendo talleres en comunidades en los cuales participa la mujer y su familia. En las Tunas los territorios donde hay mayor incidencia de violencia están identificados y en dependencia de ello dirigimos nuestras acciones. A estos lugares hemos llevado también el tema del alcohol, pues el alcoholismo influye mucho en la violencia doméstica”, aunque no es la única causa.
En la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, las cubanas pueden encontrar toda la orientación y ayuda que necesiten.
 Vivimos en un mundo machista que nos ha creado un prejuicio arraigado que en ocasiones nos hace negar o no reconocer la violencia, sin embargo no dejará de existir. Debemos aprender a percibirla como un fenómeno que puede controlarse, e incluso eliminarse.
Las mujeres cubanas, podemos y debemos sentirnos satisfechas del papel que jugamos en la sociedad: representamos el 43 %  de la fuerza laboral dedicada a la ciencia, el 41,7 % de los investigadores científicos del país y el 57 % de los profesionales y técnicos, así como el 45 % de los profesores universitarios. Aunque, a veces, no bastan los ejemplos para que nos sintamos orgullosas, nos valoremos y exijamos respeto.

La violencia intrafamiliar contra la mujer es un problema que debemos solucionar nosotras, fomentando la comunicación de pareja o independizándonos. No todos los problemas de violencia pueden resolverse con la justicia, y somos nosotras las que decidimos ser o no, mujeres como Catarina.

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