“Mama, murió Chávez”, me escribió Migue a través de
un mensaje al celular. Fue mi hermana Ara la primera persona a la que llamé,
casualmente cinco minutos antes hablábamos sobre ese tema. Nos hemos conmovido
en el teléfono. La misma vibración nos erizó.
Una antigua profesora me diría
que mis pelos de punta eran producto de la sicología política. Pero mis pelos
de punta eran producto del dolor.
A las 4:25 de la tarde de este cinco de marzo, has
fallecido, Comandante Presidente. Justo a esa hora miré mi reloj, como si algo
sobrenatural me señalara que el mundo se detenía. Has fallecido en tu tierra
querida, allí fuiste a pasar tus últimos días, como hacen los verdaderos
patriotas.
He llorado como una niña al escuchar a Nicolás
Maduro dar la noticia por telesur. NO podía creerlo, aquel que tanto había
batallado contra el cáncer dejaba de existir para su pueblo venezolano, para el
nuestro en Cuba y para toda la América.
Qué será ahora de tu bolivariana Venezuela Chávez,
qué será ahora de tu continente, sin tu luz sin tu fuerza. Aunque la
posibilidad de tu muerte era tan real como tu enfermedad maldita, miles de
corazones rezaban cada día para darte un hálito de esperanza, de fuerza, de
salud.
Un dolor profundo el de tu ausencia. Verte todos
estos años al lado a Cuba, de todos los pueblos desposeídos y humildes de
América, desafiando el odio, el capitalismo y los enemigos, me ha hecho
sentirte como un padre, como una venezolana más.
Quiera tu Cristo adorado, que tu pueblo sea
consecuente con tus ideales, con ese proyecto del socialismo del siglo XXI que
construiste para millones de venezolanos, y para millones de americanos. Confío
en que tu pueblo, ese que te eligió el pasado 17 de octubre, continúe el camino
que señalaste.
Y entonces
juzgo a tu Cristo, mi Dios, porque nos hacías más falta que nunca, a todos,
porque tú fuiste de todos, no solo de Venezuela.
Tú, que iluminaste con el ALBA el amanecer
latinoamericano, que nos guiabas hacia el sol naciente de bolívar ya no estás.
Comandante, no tengo palabras, dónde estés, protégenos, guíanos.
Los que mueren por la vida no pueden llamarse
muertos, y tú no lo estás, no lo estarás
nunca. Siempre Vivo, Chávez. En Venezuela, en Cuba, en América toda.
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