Siempre que cambian el horario pasa lo mismo a los
cubanos. Son varios los días en que debemos imaginar la hora anterior para
percatarnos de en qué tiempo vivimos realmente.
A esta hora fueran las tantas,
comentan todos para ubicarse en tiempo y especio, sea horario de verano o no,
que a esta altura al menos yo no sé distinguir.
Y es que parece que hasta para eso somos reacios al
cambio. NO importa si es para aprovechar más la luz del día o no, lo cierto es que
nos cuesta acostumbrarnos incluso a un nuevo uso horario que solo diferencia en
una hora más o una hora menos.
Y ahí vienen los contras de dormir menos o menos,
que en este último caso es más un pro, o amanece más tarde, oscurece más
temprano, de noche para el trabajo o de día para la casa, y viceversa.
Tampoco es para hacer de esto una tragedia. Pero
incluso cuando viajan a otros países, experiencia que no he podido comprobar,
suponen: A esta hora fueran las tantas en Cuba.
Ciertamente vivir, sea en el horario que sea, constituye
una oportunidad para hacer las cosas que sin importar una hora más o una hora
menos, son las que significan el tiempo de la vida. Nada más.
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