Cuando viniste al mundo me encontraba lejos y de
ingrata dejé a tu madre y a tu abuela solas, justo cuando más me necesitaban. Y
no sabes cuánto las necesitaba yo a ellas. Desde la distancia vi tus primeras
fotos, tus primeros videos, aún en el hospital.
Cuando al fin pude ir a tu encuentro salí corriendo
detrás de ti, sin importarme la sarta de problemas que dejaba a mi espalda,
pero no hubo nada más reconfortante que cargarte durante aquel fin de semana, y
hacer que te quedaras dormido mientras te mecía entre mis brazos.
Fueron a penas unas pocas horas que durarán hasta
que pueda volver a abrazarte. Cuánto quisiera estar a tu lado José Kmilo, yo
que recién había superado la nostalgia de tener a tu mamá y a tu abuela lejos
de mí, ahora no puedo tampoco vivir sin ti. A veces te ponen el teléfono al
oído para escuches al menos mi voz, y claro tú solo lloras, sintiéndome una
extraña.
Espero algún
día poder tenerte cerca para mimarte y ser la tía que siempre quise, cuántas
veces mi hermana, sí tu mamá y yo, soñamos que vendrías a resguardarte conmigo
cuando te regañara, pensaba ser la tía que te librara de los castigos, pero
solo soy la tía que vive a lejos, a donde irás pasar las vacaciones si es que
quieres.
No sabes cómo
duele tener ahora otra razón para que estar cerca, en esta lejanía que se hace
cada vez más difícil de sortear.
Igualmente
espero que en la foto que te daré en la cual estamos juntos, reconozcas más que
a alguien parecida a tu mamá, y veas en esa figura no solo a tu tía, sino
también a tu amiga y sobre todo que llegues a quererme tanto como te quiero yo.
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