Hace
exactamente hoy 15 años el Che volvió con nosotros,
los suyos. Y no es que asegure que los cubanos éramos sólo los suyos, cuando él
pertenecía a toda la América. Pero volvió del silencio de una fosa en la
tierra, después de 30 años de intensa búsqueda.
Aunque los
oficiales señalaban que El Guerrillero Heroico había sido
incinerado y sus cenizas lanzadas desde un avión sobre la selva,
nadie creyó que tuvieran el valor de convertir en polvo su cuerpo. (Aunque tal
vez al Che le hubiera gustado expandirse todo por la selva boliviana).
Lo cierto es
que profundas investigaciones determinaron que después de muerto, al Comandante
lo habían trasladado hasta Valle Grande, donde fue enterrado en una zanja junto
a otros miembros de la guerrilla.
El lugar
permaneció oculto hasta 1995, cuando el general retirado Mario Vargas Salinas declaró a medios de prensa que el Che
había sido sepultado bajo la pista de aterrizaje del antiguo aeropuerto de
Valle Grande.
Luego un
grupo de especialistas cubanos y argentinos se integrarían para encontrar sus
restos y traerlos a la patria en 1997.
A uno de
ellos, a Noel Pérez, ingeniero geofísico, tuve el placer de conocerlo cuando
apenas tenía 10 años.
En un viaje
por Las Tunas, mi papá, también ingeniero geofísico, alcanzó a presentármelo y
a decirme bajito: “Él fue uno de los que encontró los restos del Che”. En ese
tiempo solo me emocioné, pero mi hermana Ara, con apenas 17 años sabía de la
inmensidad del hecho y se fotografió con él.
Era una foto imprescindible. Noel había estado allí. En el lugar que resguardó los huesos de Guevara, a la espera de ser encontrados, a la espera de que llegaran los suyos.
Ahora solo me resta ir al Mausoleo en Villa Clara, allí donde descansan todos los guerrilleros. Espero ir pronto y estar de frente al guerrillero heroico, cuyos restos son raíces, como diría el poema.
*Del poema Restos que son raíces, del Indio Naborí.
Tus restos no son restos Che Guevara:
son las raíces de una idea pura
que han de vitalizar en Santa Clara
la piedra que se honró con tu figura.
Tu nicho no será una sepultura,
sino más bien un magisterio, un ara,
porque tu sangre buena fue postura,
y rocío, y abono, y agua clara.
Hoy como ayer Fidel te necesita,
Dirigente que todo lo medita,
Comandante que reta y acomete,
Obrero bajo soles meridianos,
Y no dudo que al ver quieto un machete
Te retoñen –oh Che– las truncas manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario