lunes, 25 de junio de 2012

Mamanantuabo no es solo un nombre raro

Los jóvenes cubanos hemos crecido apoyando la producción de alimentos desde el surco. Algunos más y otros menos, casi todos sabemos los que significaron las escuelas al campo: período del curso escolar que se dedicaba a apoyar la agricultura. Aunque siempre hubo quienes inventaron cualquier excusa para no pasar trabajo. Para esos y para los que estuvimos allí, este reportaje.A quienes además ya se graduaron de Ingnieros eléctricos y periodistas.


La idea de pasar 15 días trabajando en el campo, no la emocionó demasiado. Sabía perfectamente lo que es estar becado durante el preuniversitario (bachiller), y esos no fueron exactamente los días más felices de su vida. Por el contrario, su adolescencia y ganas de estar en el hogar la hicieron inventar excusas para irse, y en alguna ocasión hasta fugarse.

Otra vez, y después de 3 cursos en la universidad, cuando creía que todo eso había terminado, debía enrolarse en una idea que no la emocionaba.
Sus amigas la alentaban todo el tiempo argumentando que era una etapa de esparcimiento para compartir con todo el grupo, hacer nuevas amistades, que era una aventura, pero ella no se entusiasmaba.
Sabía que era un deber y no debía poner peros ni argumentar una anemia, o falsificar un certificado médico. Era una prueba  a la voluntad, era un sacrificio que merecía la pena, y aunque  siempre quiso apoyar al país en las actividades de recuperación, en aquel momento, más que un nombre raro, Mamanantuabo le parecía el fin del mundo.
Los primeros días.
Mamanantuabo es un pequeño poblado perteneciente al municipio 1º de enero de la provincia Ciego de Ávila. Allí se encuentra el Campamento López Recio, sitio donde los universitarios de Camagüey se vinculan a las actividades agrícolas.
Cada 45 días estudiantes de las Universidades de Ciencias Pedagógicas, de Ciencias Médicas, de Cultura Física y la Universidad de Camagüey (UC), dan su aporte durante dos semanas.
En la última rotación de la UC, las brigadas de primer y tercer años de Periodismo y cuarto de Ingeniería Eléctrica  se juntaron para alcanzar una meta que pareció utópica al principio: 2,5 caballerías.

 “Al principio pensé que era difícil pues sabíamos que veníamos a trabajar, y las condiciones en  el campo son bastante duras. Yo estuve becado en el pre y pasé las tres etapas de escuela al campo durante la secundaria. Sabía que no era como la universidad, pero asumí la tarea con el mismo deseo con que lo hice tres años atrás durante mis vacaciones en la misión “Verano sobre Ruedas”, comenta Orlando Trujillo estudiante de Ingeniería Eléctrica.
Lizet Fundora alumna de tercero de periodismo reconoce que no todo fue como se lo imaginó. “Mamanantuabo ha sido para mí una primera vez en todo. Nunca había ido a una escuela al campo y confieso que creía que iban a ser peores condiciones. Sin embargo no ha sido tan traumático como imaginé, aprendí que cuando te propones las cosas puedes lograrlas. Ha sido una vivencia que necesitaba como persona. Además aproveché para leer, meditar y liberar tensiones.”
 De un lado...el trabajo
Carmen Luisa sufre varios padecimientos en la rodilla que le impiden estar mucho tiempo parada o cargar mucho peso. Tiene epilepsia recesiva y escoliosis. No obstante, no le pasó nunca por la cabeza usar sus dolencias como justificación para no ir al campo. “Nunca tomé mi enfermedad como excusa para nada, siempre he ido a todas las movilizaciones que se han orientado. Aunque no puedo trabajar directamente en el campo, hago lo que se necesite en el autoservicio. Sé que no es lo mismo, pero siento que también me integro a la producción. A veces comentan que si el surco, que si el azadón, y aunque son cosas que ignoro totalmente, por lo menos siento que estoy con ellos y aporto un poquito, y esa gratificación se la pierde la gente que inventa cualquier enfermedad para no venir.”
Mientras algunas muchachitas limpiaban los dormitorios y ayudaban en las labores de la cocina, la mayoría de los estudiantes se aventuraban al campo.

Aventurarse, sí, porque en los 15 días, fueron varios los trabajos que se realizaron: recogida de maíz, frijol y tomate; siembra de boniato; deshoje de plátano y mazorcas de maíz; desyerbe  de los sembradíos de rábano y berenjena….
“Si hubieran concentrado el trabajo en un solo cultivo, creo que no habríamos ganado tanto en conocimiento, y eso te enseña la esencia de lo que puede ser tan común y sencillo; lo que ves o quisieras ver en el plato cada día; te demuestra por qué es tan difícil hallarlo; por qué falta o por qué cuesta lo que cuesta. Te percatas de la realidad,  de cuánto hace otra persona  para poner determinado producto al alcance de tu mano”, afirma María Antonieta Colunga, futura periodista.
 Del otro lado...la recreación
Casi todas las tardes David Manuel ponía la net de voleibol. Al principio solo jugaban algunos de sus compañeros de Ingeniería Eléctrica, pues otros aprovechaban para leer o jugar barajas y dominó.
Sin embargo, poco a poco aquellos juegos se convirtieron en un clásico.
“Aunque a veces estaba cansado por el trabajo en el campo, jugaba voleibol siempre que podía. Además, al mismo tiempo que me divertía con mis compañeros, les enseñábamos a jugar a las muchachitas y de paso nos divertíamos todos. Incluso hubo días en los que tuvimos  que hacer tres equipos porque eran muchos los que queríamos jugar”, confiesa David.
También a modo de recreación, los fines de semana que pasaron allí, los universitarios y los vecinos de Mamanantuabo disfrutaron de lo mejor del movimiento de artistas aficionados de la UC: ´
Para alegrar las noches, la mayoría de los muchachos se juntaban en “El Capri”, un espacio para bailar, escuchar música y hacer nuevas amistades.
Donde empieza el deber…
Todos los trabajadores de Mamanantuabo reciben entusiasmados  a los universitarios durante cada rotación. Aunque varios profesores los acompañan, un estudiante repasa diariamente los planes de producción, el menú del día, las inquietudes que van surgiendo.
A Rajiv, el secretariado de la FEU de la UC, le encomendó tutelar las tres brigadas.  Aunque conocía bien a sus compañeros de aula, era la primera vez que dirigía a tantas mujeres, a fin de cuentas en su año de eléctrica solo hay dos muchachitas.” Guiar a un grupo de personas siempre es un reto, más aún en estas condiciones. Lo primero que me propuse fue lograr la unidad en el colectivo y tratar de que las cosas salieran lo mejor posible.”
La comunicación con los trabajadores también fue primordial sobre todo si se anhelaba cumplir la meta establecida. “El trato ha sido magnífico. Han estado atentos a cualquier dificultad o inquietud, han tratado de resolver lo más mínimo e incluso han compartido con nosotros disímiles momentos y dentro de sus posibilidades han echo todo lo que ha estado al alcance de sus manos para que nos sintamos bien”, agradece Rajiv.
¿El final?
Al concluir los 15 días en Mamanantuabo la cifra que inicialmente pareció utópica, casi se había duplicado. Se habían trabajado 4,5 caballerías.
Junto  a las ganas de ver a la familia, los que se mantuvieron hasta el último momento se habían forjado como hombres y mujeres, llevaban en las manos la huella de esos días y la satisfacción del deber cumplido.
Hoy se les ve a futuros eléctricos y periodistas transitando juntos por los pasillos de la UC. Aquellos muchachos que una vez fueron desconocidos, ahora son compañeros, amigos y hasta novios.
Y la muchacha de principio, que creyó que Mamanantuabo sería el fin del mundo, se alegra de haberse equivocado. Mamantuabo era solo el comienzo…

PD: La muchacha, era yo.

3 comentarios:

  1. Oye Glenda, si mal no recuerdo esto lo publicaste en Alma Mater, no? Lo que sí rememoro como si fuera hoy es aquella entrevista informal que me hiciste sentada en el vano de una ventana, con tu grabador, para este trabajo. Y las escapadas al restaurancito aquel del pueblo para matar las ganas de comida rica, y el yogur de los viejitos, y el teléfono que se conectaba a internet jajajaja pronto haré yo mi crónica de las añoranzas de Mamanantuabo. Un beso.

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    1. Efectivamente Mari, lo publicaron en Alma Máter y pensé retomaro después de estos años, ese viaje al campo me trajo uno de los momentos más felices de mi relación con Migue cuando se apareció al campamento un viernes por la tarde, te acuerdas? Y sí, que rico el yogurt y el restaurante del lugar.

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  2. Efectivamente mari, lo publicaron en Alma Máter y pensé retomarlo después de estos años, ese viaje al campo me trajo uno de los momentos más felices de mi relación con Migue cuando se apareció al campamento un viernes por la tarde, te acuerdas? Y sí, que rico el yogurt y el restaurante del lugar.

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