Siempre me ha gustado la música,
los que me conocen bien saben el poder que ejercen sobre mí las melodías. Mi
madre siempre quiso que fuera cantante, hasta una guitarra me compró, y hasta
toqué guitarra en mis buenos tiempos... Pero tal vez como siempre fui medio vaga,
dejé que me acompañaran otros con mi propia guitarra, lo mío era cantar. Y aún
lo es.
Migue lo sabe, a cada rato le canto canciones, hasta infantiles, y él me
escucha, no sé si porque canto bien, o porque le recuerdo su infancia.
Recuerdo que en la primaria
interpreté mis primeras canciones infantiles que ni yo misma sé de donde
las aprendí. Bueno, si sé.
En esos tiempos, finales de los 90 principios del
2000, cantándole al sol era como Los
pequeños gigantes de los niños cubanos, solo que en esa competencia no
se irrespetaba la inocencia. Varios cassetes tuve de esos festivales, creo que
de ahí aprendí mis canciones.
En la secundaria cantaba también,
ya les conté, acompañada por amigos que con mi guitarra aprendieron más que yo
de ese instrumento. Pero no fue hasta el pre (bachiller) que mis “aptitudes
vocales” asumieron su mayor reto, sin contar que fue en ese mismo período
cuando se me fue un gallo cantando en karaoke por Tunasvisión.
Aún así les decía, fue una etapa
en la que casi toqué el estrellato, al menos en la vocacional de
las tunas. Lo que empezó como una simple clase de apreciación musical para
matar el aburrimiento en mi grupo de 32 compañeros, se convirtió en el mejor
octeto que he escuchado, y lo digo con toda la modestia del mundo. Honestamente
había que oírnos, voces acopladas, notas dulces, y sobre todo los excelente
arreglos del director Aroldo Jhonson (un talento que no tuvo el estrellato que
merecía). Shaday era nuestro nombre, título que afloró por las creencias
religiosas que una parte del grupo. Hasta los acérrimos varones que no
soportaban el trabajo vocal exigían nuestras presentaciones en cualquier
actividad. Éramos nueve jovencitas diferentes, pero una solo voz interpretando La gloria eres tú, La puerta, Como fue, El que siembra sumaíz, Cultivo
una rosa blanca.
Recuerdo incluso que la profesora
de español Maribel, de esas que uno toma bien en serio y cuya palabra es ley,
nos dijo seriamente que debíamos dedicarnos a eso. Pero la universidad nos
separó, tal vez para algunas, el octeto fue solo fue un experimento, para
mí fue llegar a un paso de un sueño irrealizable aún. Fue darle la
posibilidad a mi tono (soy contraalto) de sentirse importante), cantar es la
única acción que no me aburre después de repetirla miles de veces. Ese es mi
sueño, lo admito y hasta intenté continuar en la universidad, no olvidé los
arreglos de dos o cuatro voces, hasta intenté montarlos en la universidad, pero
nadie lo tomó en serio y ni hablar del miedo escénico que me sobrevino luego,
cuando y un profesor de canto me dijo que yo no daba para eso. Me acobardé y
aún lo hago. Mi sueño es eso solo un sueño, que recreé hasta hace dos años
cuando nos reunimos con Jhonson y cantamos algo en el piano bar. Ahora me
conformo de vez en cuando con cantar en la casa alguna canción. Las cosas que
aprendí en mis dos años de octeto nunca las he olvidado, de hecho ahora escucho
la música de forma diferente, como si pudiera separar los instrumentos y las
voces. Pero solo eso, ahora escucho la música, ya no canto, no pude nunca
complacer a mi mamá, de hecho ya ni siquiera sueño con eso.
Tus palabras nos hacen sentir a todos algo mas una cancion, es musica interpretada por alquien que la siente. No te desanimes y empieza de nuevo con la guitarra.saludos
ResponderEliminarFco. Javier, gracias por tus consejos inspiradores, próximamente voy a incluir unas grabaciones mías cantando para que me digas si canto bien o mal, gracias otra vez, glenda
ResponderEliminarGlenn, no abandones nunca ese sueño, yo recuerdo tu voz como algo muy lindo, y hacías aún muy buen acople con Elena, Dianelys y las chicas del aula de Raúl... ¿recuerdas? El Migue que te aguante, y cuando vengan los hijos, ya tendrás público de sobra. un besito.
ResponderEliminarTunie gracias a ti también las fuerzas a no abandonar mi sueño, que sigue empolvado por el tiempo. Ya veremos entonces si algún día nos volvemos a reunir y cantamos un poco. Besos
EliminarGlenda, llegué a este blog buscando información de Abel Santamaría y encontré este post, con el que me identifico bastante. Tu historia se parece mucho a la mía, aunque nunca tuve un octeto, ni toqué guitarra, ni mami tuvo la perspicacia de ponerme con un profesor de canto (aunque no puedo echarle a ella la culpa), pero siento la misma pasión por la música y por cantar. Cantaba en la primaria, dejé de hacerlo en la secundaria y volví a la carga en el pre, pero fue un proyecto frustrado, no me sentí bien en un escenario hasta la universidad, y -mira tú, también soy una transplantada, jaja quiero decir soy de Holguín, pero me mudé para Santiago- antes de venir de Holguín, donde trabajaba en el periódico provincial, me propusieron trabajo en una banda, me hicieron unas pruebas y ya, de hecho llegué a hacer una presentación con ellos, pero tuve que mudarme, te imaginas???!!! yo que como tú, había desistido del canto, además de que no he tomado clases, de repente se aparecen en mi casa: "oye me dijeron que tú cantas, vamos pa hacerte unas pruebas, y te vamos a pagar". Si te gusta, Glenda, sigue practicando, y pregunta, siempre por ahí hay bandas sin cantantes, solo es cuestion de esmerarse y buscar, y puedes empezar por ahí aunque no te guste la música de la agrupación. Te deseo mucha suerte, ah y cualquier cosa, Tunie me conoce y sabe cómo dar conmigo. Un abrazo, chely
ResponderEliminarGracias Chely por tu apoyo y fuerzas cumplir mi sueño, y soy recíproca contigo también, que has tenido más chances reales que yo, así que espero que algún día podamos compartir escenario, quién sabe. Gracias por llegarte además por mi blog. Y claro que le preguntaré a Tunie por ti. Besos Glenda
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