lunes, 24 de junio de 2013

Nelvis Barroso Batista: sin ataduras


En coautoría con Alexis Pire Rojas
 Nelvis aún conserva el acento oriental. Casi siempre las eses escapan de las conjugaciones del habla y marcan la diferencia entre los habitantes del centro de Cuba. Más de cinco años en Cienfuegos no han bastado para despojarla de esa manera peculiar de expresarse.  
  Siempre fue guajira, desde niña conoce de animales, guardarrayas, arados… Y aprendió a enfangarse los pies en el surco, ponerle un parche a las ampollas y seguir… aunque el sol tueste la piel y el cansancio grite a viva voz la hora de “coger un diez”.

  En sus 43 años la vida no le ha sonreído muchas veces, pero los propios golpes la enseñaron a sobreponerse. Y debe ser porque en cada paso, en cada decisión lleva los bolsillos llenos de optimismo… Siempre hay oportunidad para comenzar de nuevo. Como premio a la perseverancia ya tiene sus propias tierras en la comunidad de San Nicolás, en el municipio de Rodas, gracias al Decreto Ley 259, de entrega de terrenos en usufructo.    
  Mas, ¡Qué campesina!, no solo se reta a sí misma ante los sacrificios del campo, sino que no le teme a los micrófonos, ni entrevistas…
  “Soy de Segundo Frente en Santiago de Cuba. Aquí vive mi hermana. Su esposo es asociado de la CCS El Vaquerito, en Rodas. Vine por la enfermedad de mi hijo, quien padece de insuficiencia renal crónica. Ya está batante bien gracia a Dios y la Revolución. Por ahora no debe dializarse, pero sí tiene una sonda directa al único riñón que le queda”.     
  De alguna manera vislumbró su destino aquí, y en consecuencia, emprendió rumbo a su mayor atracción, aunque nada fue tan fácil.
  “Siempre ansié un pedacito de tierra para hacerla producir. Primero trabajé en otra cosa durante tres años y estaba incómoda. Siento un amor infinito por la agricultura. Mi papá es campesino de la reforma agraria y siempre nos condujo por esos caminos.
  “Aquí el suelo es agradecido, todo es llano. Siembro y luego recojo con una eficiencia increíble. En Oriente no me ocurría así. Allá jamás cogí la cantidad de maíz cosechado acá a pesar de las malas condiciones de trabajo. Aun así, este año pienso aumentar la producción”.
  ¿Por qué el maíz?
  “Porque era nuestro principal cultivo allá en Santiago. Aquí el rendimiento es muy superior. Si tuviera mejor situación sacaría el triple”.
  A veces las cosas no caen del cielo y es preciso halar la suerte, aunque para ello sea necesario enfrentarse a molinos de viento, a la corriente en contra, a la desventura…
  “Todo ha sido por esfuerzo propio, no me han entregado ningún instrumento de trabajo. Sin embargo, recibí una caballería casi completa cubierta de marabú y el año antepasado entregué 19 quintales, el pasado 138 y en este voy por más…
  “Allí en la finca vivimos mi esposo y yo sin corriente, y eso nos afecta bastante, además de las dificultades con el agua. Si yo tuviera la electricidad y condicione para instalar regadíos, entonces fuera eternamente feliz. Hasta el momento hemos salido adelante con medios propios. Solo la CCS nos ha ayudado un poquito.
  “Por lo menos ya tenemos una yunta de buey, eso es importante porque ya no sembramos a puya como lo hacíamos antes. Lo fundamental para aumentar producciones es un riego, con un pozo efectivo. Eso nos hace mucha falta”.
  Al preguntarle sobre las dificultades para las mujeres en las labores agrícolas, dedicó unos segundo a pensar… como buscando en el disco duro…
  “…mmm, ninguna”.
  ¿Cómo te las arreglas entonces para compartir las labores agrícolas con las hogareñas?

  “No le tengo miedo al machete, la guataca ni a ninguna de la tareas en el agropecuarias. Mucha gente cuando me ve chapeando me preguntan: ´¿usted hace eso?´. Cuando empecé en mis tierritas era un escándalo, pues decían: ´oe, hay una guajira ahí en el monte que hace la mismas cosas que los hombres´. Muchos iban a ver si era verdad y me miraban como a un bicho raro. Jajaja.
  “En oriente la mujeres están adaptadas a las faenas duras, no es fácil, pero cuando hay amor por lo que hacemos no hay ningún cansancio.
  “Trabajo do sesiones. Al mediodía hago el almuerzo y la comida a la vez, porque a la 4:00 hay que ir pal surco otra vez. Tengo una hija de 28 años, ella vive en la casa de San Nicolás, no conmigo en la finca. Además, está casada y tiene su vida. No obstante, pueden llegar a cualquier hora a mi casita y lo van a encontrar todo limpio y en orden”.
  ¿En el campo qué es lo más trabajoso?
“Chapear… Lo hago con garabato y machete en mano, pero es difícil”
  Fue complicado enfrentarse al marabú eh
“Sí, allá en Segundo Frente no hay tanto. Todavía nos queda un pedazo por tumbar, debemos terminar el año que viene. Nunca nos habíamos enfrentado a áreas así con tantas espinas, lo hemos derribado a machete limpio”. 
  Pero es peligroso…
“Claro. Me pongo camisa, pantalón, botas y pañuelo para protegerme”.  
  ¿Y las ampollas?
“Ya ni se me hacen ampollas, tengo las manos duras. Es la costumbre…”         
  Sin embargo no te vemos perder la feminidad, tienes hasta las uñas pintadas…
“Cuando estoy en el campo, es en el campo, pero cuando voy a salir nadie sabe que vivo en una finca. Me encuentro muchas personas con el tabú sobre la pérdida de la delicadeza.
“No dejo de ser femenina, trabajo duro y mi esposo se siente orgulloso de eso, y que yo sepa no he dejado de gustarle ni se ha buscado otra, jajaja. A veces salimos y nadie se da cuenta que somos campesinos, pues andamos elegante como los demás”.  
  Las labores agrícolas no apartan la delicadeza ni los encantos. La dotan de fuerzas para saltar obstáculos, pues los baches devienen rutina. No obstante, preferimos indagar sobre los momentos alegres en aras de exiliar cualquier síntoma de abatimiento, pero…
  “No he tenido mucho momento felices…”
  La mirada de Nelvis se perdió hasta no sabemos dónde, incluso, un intento de suspiro indicaba la manera de recordar pasajes tristes. Quizás todos llegaron a su mente cual película en cámara rápida, sin embargo…
  Algunos momentos buenos has tenido…
  “Sí, claro, cuando recibí la finca, sobre todo porque luché bastante en Oriente para tener una y no lo logré. Aquí al principio no querían dármela porque era mujer. En la CCS me defendieron hasta que me la otorgaron. Nunca pensé haber logrado tanto con esas tierras, he avanzado mucho en la vida gracias a eso. Le agradezco a Cienfuegos, pues aquí también resolví lo de la enfermedad de mi hijo”.
  Precisamente con su familia guarda los momentos más felices, esos que destierran el pesar…
  “Mi familia e grande, ¡muy grande! Además de mi esposo e hijos aquí tengo a mi mamá. Somos tres hermanos, uno trabaja conmigo en el campo y la más chiquita es la única alejada de las labores agrícolas. Somos muy unidos.
¿Y a tu esposo, cuándo lo conociste?
 Hace 23 año. Es muy bueno, imagínate, mis hijos son huérfanos, pero él crió al varón desde lo tres meses y a la hembra con cuatro año. Por eso ellos lo quieren como un padre”.
  En Santiago dejas otra buena parte de tu familia. ¿Desde cuándo no vas allá?
“Fui en enero. La gente me decía: ´oye te vi en la televisión, estás hecha una famosa allá en Cienfuegos´” jajaja     
 Al escribir la entrevista nos parece tenerla enfrente todavía: con la tez morena, complexión fuerte y manos duras, pero elegantes.           
  Y estamos satisfechos, pues poco a poco Nelvis se despoja de los amarres de la vida. Trajo la suerte en las maletas durante el itinerario desde Segundo Frente, ¡y nos alegramos!, también porque forma parte del Comité Provincial de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). ¡La guajira va a llegar lejos…! Así, sin ataduras en las manos ni en el verbo…  
  

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