lunes, 11 de marzo de 2013

Descalabro beisbolero cubano: buscando los culpables

Cuba perdió 6 carreras por 7 contra Holanda la clasificación a las semifinales del III Clásico Mundial de Béisbol en San Francisco, Estados Unidos. Ese es, por estos días, el principal tema de conversación de los que habitamos esta Isla maravillosa y llevamos la pelota en las venas.
 Desde hace casi una década, nosotros, que nos acostumbramos a ganar todos los torneos mundiales, juegos olímpicos o de la región, hace unos años atrás, ahora nos vamos siempre con el rabo entre las piernas.
¿Y de quién es la culpa? ¿Acaso del cambia cambia de manager, o de las figuras jóvenes, “incapaces de igualar a los otrora equipos nacionales”, o de la dirección nacional de béisbol o de los periodistas, que lo mismo te suben que te tiran contra el piso, o, incluso de los aficionados?
O caso será que el mundo avanza y nos hemos quedado estancados viviendo de recuerdos, sin invertir en nuestro deporte, y sobre todo, en nuestra serie nacional.
Y cómo jode que la culpa, la maldita culpa, no la tiene nadie, como diría Buena Fe en uno de sus temas nuevos.

 Hace algunos años, justo en el período en que Cuba se coronó campeón olímpico (2004) y luego subcampeón del primerclásico mundial (2006), el equipo estaba dirigido por Higinio Vélez. NO es que simpatice con él, pero está claro que su permanencia como director únicamente del “Cuba” y su estilo, permitía a los jugadores acostumbrarse a una dirección y a un mismo “librito”.

Luego, por aquello de tratar de reconocer a los equipos campeones en la SNB y por consecuencia a  sus directores, Pacheco, Roger Machado, Anglada y tantos otros fueron directores de la selección nacional.
 NO es que uno haya sido mejor que otro, pero al final, esa táctica lejos de beneficiar, nos trajo un período cargado de decepciones. El experimento que seguíamos sufriendo en materia de pelota, nos hizo acostumbrarnos a las derrotas, aunque en el fondo se nos saliera el corazón del pecho en cada juego.
Con VíctorMesa, otra vez se estabilizó la dirección del equipo grande. Y aunque personalmente creo que con su carácter presiona mucho más a los jugadores y algunas veces incluso los humilla, no caben dudas de que es un excelente estratega y motivador a las victorias, ejemplo es el cambio rotundo de  Matanzas, desde que el ex jugador de cuadro tomó el mando de los maltrechos cocodrilos enla serie nacional 51.
Con el otrora número 32 de Villa Clara a la cabeza, Cuba volvió a ganar el torneode Harlem en Holanda, un evento al que en algún momento nos dimos el gusto de llevar al equipo B y aun así regresar con el título. Hoy son precisamente los holandeses, el hueso más duro de roer.
Sabe Dios si tras esta triste derrota en Tokyo Dome, seguirá siendo Víctor el director del Cuba, a fin de cuentas una golondrina no compone verano.
Ahora en el banquillo de los acusados estánlos jugadores, ciertamente diferentes a los de años atrás pero no por ello, menos buenos.
Jóvenes sí, pero con excelentes números, capaces de desforrar cualquier pelota en cualquier liga, pero aún con imprecisiones técnico tácticas, y con poco fogueo internacional, y no es aún la Serie Nacional de Béisbol, un evento a la altura de grandes torneos mundiales, no mientras exista con 16 equipos.
Sin embargo falta a nuestros muchachos el ser oportunos, superar tensiones sicológicas en juegos importantes, sobreponerse a errores y a marcadores en contra. Juegan con garra, pero los falta coraje.
 Mentalmente se vienen a menos cuando una jugada les cambia la dirección del juego. NO saben jugar con presión, se desesperan y algunos casos se olvidan incluso que juegan en equipo y no como figuras individuales.
Y esas son deficiencias de todos los jugadores de béisbol del mundo, sí, o al menos de la mayoría, pero hay que trabajar en base a ellas si se quiere ganar. Pero sobre todo hay que topar más y no esperar a un evento importante para hacer algunos topes depreparación con equipos asiáticos, que como se ha visto no son los únicos peloteros del mundo, ni los que más daños nos hacen, al menos ya no.
Buscando respuestas y culpables, caemos ahora en mis colegas, a quienes el apasionamiento desmedido muchas veces los convierte en los principales enemigos del equipo nacional. Sin intención, claro está, pero sus comentarios, con puntos de vista a favor y en contra, hieren la autoestima de los jugadores y obligan a los entrenadores a excluir la opinión especializada de los medios en el enrumbamiento de nuestra pelota.
Y no es que los periodistas o comentaristas deben decidir en el destino deportivo del país, NO. Pero su opinión desde fuera, y sí, porque no, con una dosis de pasión sin parcialidad, puede descubrir otras aristas en cuestión.
Han sido varios los grandes atletas que aún en plena forma deportiva se han retirado del deporte de las bolas y los strikes, y han achacado gran parte de la culpa a los medios. Vergüenza debería darnos.
Aún falta a los profesionales de la prensa en general, reflejar al hombre, y no al mecánico robot que realiza un oficio bien o mal. Los seres humanos tenemos que equivocarnos, lo importante está en levantarse nueva y oportunamente.
Entonces volvemos a nosotros mismos, acasos culpables también del descalabro de nuestro deporte nacional. Los aficionados, por fortuna o desgracia apoyando solo a Cuba en Cuba, a veces como nos es característico, nos pasamos.
El abucheo a nuestros propios jugadores, las ofensas e insultos cuando se equivocan atentan también contra el desarrollo de “la pasión”. Está bien hacer vítores, gritar el nombre de tu equipo y hasta medio que desconcentrar al oponente, pero no vale la pena atacar con golpes bajos a quienes luego fuera ponen en alto el nombre de todos, o al menos batallan para hacerlo.
Hace años, vi con tristeza como gran cantidad de personas culparon a Joan Carlos Pedroso de las derrota de Cuba en el primer clásico mundial, no es por defenderlo, -aunque de cierto modo lo hago-, pero las pérdidas en el béisbol cubano, incluyendo a jóvenesdesertores hacia otros países, son la triste consecuencia de la ausencia de una estrategia estable en el desarrollo del país, de la desorganización en la serie nacional,  la constante experimentación en torno a este deporte, y también por qué no, de los miedos a enviar a jugadores a otros países, por tal de mantener la calidad de nuestro deporte.
O nos ponemos para la serie nacional o para los torneos grandes, está claro que no podemos seguir con esa mala costumbre de tratar de abarcarlo todo porque si no, simplemente, no queda nada bien.
Ya será nuestra serie un evento de calidad algún día, pero ahora no lo es. 
La culpa sigue sin ser de nadie, pero usted ahora seguramente puede sacar sus propias conclusiones. Y recuerde que yo no sé nada de pelota. Nada más.
















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