"No te imaginas qué
contento estoy con la noticia de que hay un Macondo cubano, cuánto me emocionó
conocer por tu discurso los pormenores de su nacimiento. No tengo ninguna
preocupación por su destino: ese Macondo resistirá a todos los vientos, porque
no ha sido creado bajo el signo de la soledad como el otro, sino bajo el signo
milenario de la solidaridad. Será un pueblo indestructible, ya lo verás."
Así
comenzó el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (Gabo), su carta a
Haydée Santamaría en 1970. Se refería a un pueblo al sur de la provincia de LasTunas: Amancio Rodríguez.
Yo no sé si fue el período especial, los finales de los noventa, o el santísimo copón divino, pero no me puedo quejar de mi infancia.
Es cierto que casi todas mis muñecas fueron las mismas que mi hermana mayor había cuidado tanto y que unos años antes de yo nacer, la mediana dejó sin pelos.
No sé si fueron aquellos juguetes de “afuera” que mi vecino repartió a los niños del barrio cuando entraba en los veinte.
Dirán que soy un mentiroso, un
paquetero, que le digo ahora porque miChelseaganó, qué de haber
perdido nunca hubiera hecho este comentario, pueden decir todas esas cosas que
en realidad no me importan, lo que sí es cierto es que lo soñé, lo deseé y lo
conseguí.