martes, 14 de julio de 2015

Jóvenes universitarios en el cuentapropismo: ¿El mal de los títulos colgados? (+Infografía, Audio y Galería de Fotos)



Roberto Alfonso Lara y Glenda Boza Ibarra
“Cursaba el segundo año de la carrera cuando comencé a trabajar por cuenta propia. Ahora laboro como comprador-vendedor de CD, pero soy graduado de Ciencias Agropecuarias en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Cienfuegos.

“Al terminar los estudios me ubicaron en la empresa agropecuaria El Tablón, allá por Barajagua —en el municipio de Cumanayagua—, pese a existir plazas en entidades de la ciudad: la Empresa Mayorista de Alimentos, el puesto de mando de la Agricultura, Granos y Semillas…Para coger el transporte tenía que salir muy temprano y regresaba casi a las siete de la noche.
“Otros de mi año igual pasaron al sector no estatal, porque les dieron ubicaciones lejanas. Yo lo hice, principalmente, por cuestiones personales y económicas. Necesitaba mayor poder adquisitivo y permanecer más tiempo en la casa. Por eso decidí quedarme aquí, hasta ver si aparece algo mejor. Ya veremos…”
EL SALTO IMPREVISTO
Aunque la historia anterior se cuenta desde el anonimato, tal experiencia guarda similitud con la de otros jóvenes universitarios.  En una paladar o cafetería, detrás de un carro de viandas, o en una tienda de ropa, deviene habitual el encuentro con ingenieros, arquitectos, sociólogos… El primer choque con esa realidad nos parece un tanto frustrante.  Sin embargo, la interpretación del fenómeno puede ser diversa.
De acuerdo con Leonel Alonso Suárez, subdirector en la instancia provincial de Trabajo y Seguridad Social, “el número de profesionales insertados en la iniciativa privada no es significativo (1811), pues el egresado de la enseñanza de nivel superior debe cumplir un servicio social. Incluso, tiene luego la posibilidad de ejercer como cuentapropista sin perder el vínculo con el Estado”.
Jóvenes cuentapropistas
Quizás las circunstancias traicionen un poco la perspectiva del pluriempleo, en tanto la mayoría apuesta, exclusivamente, por sacar adelante su negocio. Al final, actúan a favor una cuestión de derecho y una estrategia del país, orientadas ambas a la implicación de fuerza joven (sobre todo obreros calificados y técnicos medio) en las nuevas formas de gestión económica. Claro, algunos saltos sorprenden, quedan fuera de lo previsto.
“Me gradué como licenciado en estudios socioculturales. En quinto año, al fallecer mi papá, pedí una prórroga y comencé a trabajar con un fotógrafo particular. En un año aprendí el oficio. Después defendí la tesis y decidí abrir mi propio estudio de fotografía. La motivación fue económica. Tenía una plaza en cultura municipal, aquí en Cienfuegos, con un salario de apenas 315 pesos. Nunca llegué allí, recogí mi título y no lo ejercí”, relata Oscar Molina Amado.
La posición de las autoridades del territorio juzga con lógica dicha tendencia de migración laboral, a saber de la inversión que realiza el gobierno cubano para garantizar la formación de los universitarios. En esta cuerda transita el criterio de Raúl González Quintana, secretario del Consejo de Administración Provincial (CAP).
“No debe ser ni podemos proveer ese sentido. Carece de razón adquirir una calificación profesional o técnica en determinada especialidad, para luego ver al joven en un ejercicio ajeno a lo que estudió, si bien el cuentapropismo y el sector no estatal, de manera general, precisan de egresados de la educación superior en algunas actividades”.
En los últimos cinco años, el gasto social de la Universidad de Cienfuegos en la formación de sus alumnos superó los 103 millones de pesos, incluida la garantía de una ubicación laboral al concluir los estudios. Al respecto, Víctor Millo Carmenate, vicerrector, ofrece sus consideraciones.
“Desconozco cuántos se habrán movido al trabajo por cuenta propia, cuántos marcharon hacia otras provincias, o cuántos fueron a vivir al extranjero…De cualquier modo, no aconsejo absolutizar. Para mí, en principio, perder a un estudiante graduado por nosotros, con el esfuerzo de la institución, los profesores y el gasto invertido en su educación, no debería pasar.
“Por supuesto, no siempre las empresas saben con exactitud qué son capaces de hacer los profesionales salidos de nuestras aulas. En ocasiones no realizan una adecuada utilización del recurso humano. Crean descontento en el recién graduado. Eso, probablemente, lo lleva a abandonar su relación con el sector estatal”.

 De hecho, sucede… “Soñamos con ser una cosa y al iniciarnos en cualquier entidad, no aplicamos casi nada de lo aprendido, porque al adiestrado le corresponde, por lo regular, el restrojo. Si en el plan de trabajo queda ir al surco, le toca siempre al nuevo. ¡Imagínate, es el mal del último que llega!”, comenta el ingeniero agrónomo, comprador-vendedor de CD.
Una vivencia distinta narra Lázaro Peña Rodríguez, ingeniero en control automático. “Al finalizar los estudios en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, me ubicaron en la Refinería de Petróleo, como parte del proyecto de expansión de la industria (Polo Petroquímico). La obra se detuvo por un tiempo y, antes de ocurrir,  busqué una alternativa. Algunos amigos ya habían abierto los negocios para reparar móviles y me embullaron. Aunque me han propuesto varias veces regresar a la Refinería, y allí son mejores las condiciones de trabajo, aquí estoy mejor, más remunerado y sin preocupación”.
Según las normas, ante el incumplimiento del servicio social la ley prevé la inhabilitación del título, una medida a transformar si valoramos el aporte del cuentapropista (al margen de su grado de escolaridad) al presupuesto del Estado, y las potencialidades que el sector no estatal pone a la vista de los profesionales.
Por otra parte, aun cuando el elemento económico constituye la causa básica en el movimiento de los jóvenes universitarios hacia la iniciativa privada—dado el desajuste entre salarios y función social—, tampoco podemos obviar el papel de la vocación. Mucho menos aferrarnos a una idea negativa sobre el asunto, en vez de pensar cómo explotar, para beneficio individual y colectivo, ese salto imprevisto dentro del mercado laboral cubano.
¿CAMINO EQUIVOCADO?
Cuba puede jactarse de contar con profesionales de todas las esferas posibles y competentes en cualquier parte del mundo. La alta demanda de nuestros recursos humanos en el exterior lo demuestra. Sin embargo, Cuba no puede jactarse de aprovecharlos adecuadamente. Las carencias económicas han obstaculizado el desarrollo (en cuanto a infraestructura) de empresas e industrias, y, por ende, la apertura de nuevos horizontes si de ofertas de empleo se trata.
De ahí deriva la importancia del cuentapropismo, al llenar algunos vacíos y facilitar la materialización de aspiraciones personales. El ejemplo de Dayana Trujillo de la Paz constituye una evidencia. Ella cursa el último año en la carrera de comunicación social, al tiempo que labora en una tienda particular dedicada a la venta de ropa, bolsos, zapatos y bisutería.
“Siempre me ha gustado el mundo de la moda. Lo llevo bastante bien, porque tiene relación con lo que estudio. Antes ejercí en una escuela y, en verdad, este negocio se acerca más a la idea de marketing y publicidad de la comunicación social. Lanzar un producto, una línea de ropa…, es lo mejor que me podía pasar.”
Al decir de Eduardo López Bastida, profesor titular de la Facultad de Economía en la Universidad de Cienfuegos, no debiera preocuparnos demasiado la participación de los profesionales en la iniciativa privada. En definitiva, para gustos existen los colores y uno merece trabajar donde se sienta realizado y feliz.
“El listado de las actividades autorizadas para el trabajo por cuenta propia padece un gran defecto, pues la mayoría de las modalidades de empleo carecen de vínculos con el perfil de los graduados de nivel superior. Esto debe cambiar con el tiempo. Si no ha pasado, obedece a un avance del cuentapropismo superior al empresarial. Hay el temor de que los mejores profesionales abandonen las organizaciones estatales.”
Asumir la presencia de distintos tipos de propiedad en los marcos del socialismo, conlleva a dar riendas sueltas a los universitarios dentro de la nuevas formas de gestión económica , para así compensar la subutilización imperante en el sector estatal.

Para Víctor Alfonso Cedeño, autor del animado Dany y el club de los berracos, su formación de arquitecto le ha permitido desempeñarse en el diseño con una habilidad mayor. “Al término de los estudios, trabajé dos años a pie de obra. Eso me ayudó a organizar un proyecto, a llevar a la realidad el dibujo. No fueron cinco años por gusto, sino para aprender a ejecutar algo.”
“Aquí también empleo la automática. Ahora mismo desarrollo aplicaciones para teléfonos androide, gracias a los conocimientos que recibí sobre programación”, agrega Peña Rodríguez
 Ser prósperos y sustentables requiere una dosis de coherencia en la implementación de las políticas. A juicio de López Batisda, “entre el 40 y el 60 por ciento de los negocios particulares en el orbe fracasan por falta de conocimientos. En América Latina, la oferta de profesionales rebasa la demanda de la industria. Y en Cuba nos pasa con las ciencias humanísticas: en los municipios que viven de la agricultura, el número de psicólogos y licenciados en socioculturales excede la cantidad de ingenieros agrónomos y veterinarios.”
Propiciar el movimiento organizado de los jóvenes universitarios hacia el sector no estatal, asoma como un desafío para el Estado. Lo necesita en aras de echar andar por buen cauce la actualización del modelo económico y deshacerse de aquellos encargos que clasifican como no fundamentales. Lo urge en su ambición de consolidar la empresa estatal socialista, para lo cual precisa de los mejores profesionales. Y en ningún caso será necesario colgar el título. Nadie ha hablado de ese mal.


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