Había
que ser paciente, y las fiestas debían posponerse, y los juegos de
pelota, y hasta los viajes a la casa, porque esos ejercicios finales
eran como la concreción de un gran anhelo.
La
luz nunca fue suficiente para iluminar las hojas en formato carta, A
4 o los grandes pliegos de papel blanco donde dibujaban edificios
ecológicos con las principales tendencias arquitectónicas del mundo
moderno, parques aledaños, muebles, jardines y hasta gente.
En
los cuartos de la residencia estudiantil poco a poco cobraban vida
los proyectos de aquellos muchachos que escogieron la arquitectura
para formar parte permanente de su vida.
Siempre
fue fácil reconocerlos: reglas T enormes que no cabían en los
maletines, portaplanos colgados en la espalda, pelos largos y barba
en algunos, amantes del rock otros, pantalones cortos, chancletas.
Era un estilo diferente, fresco, y hasta a veces contestario.
Los
que más se les parecían en el vestir y andar eran los periodistas,
y una extraña química y atracción tuvieron siempre ambas
profesiones. Para más fortuna este viernes 13 es el día de los
arquitectos, justo 24 horas antes que la jornada nuestra, casualidad
feliz.
Mis
mejores amigos fuera de la Facultad de Comunicación fueron
precisamente ellos, a quienes acudía siempre ante una duda en la
asignatura de diseño o incluso algún que otro trabajo necesitado de
ilustraciones.
A
nosotros, por otra parte, solo venían en busca de tareas de
Filosofía, o Economía Política.
Varios
de los murales que existen todavía hoy en la Universidad
de Camagüey fueron pintados por mis amigos.
Eran
muy sensibles al arte, y aunque algunos llegaron a la carrera porque
no pudieron “coger” el Instituto Superior de Diseño Industrial o
estudiar en alguna academia de artes plásticas, la mayoría llevaba
por dentro a un artista.
Debían
serlo, esa es la única manera de sobresalir en una profesión que
invita todo el tiempo a soñar.
Pero
la vida laboral hizo a algunos de mis amigos chocar contra el “gran
panel”, las construcciones Girón, la poca creatividad de los más
acomodados por el tiempo o un cargo.
Los
grandes proyectos soñados se transformaron una y otra vez en
edificaciones “imposibles” por los pocos recursos, disponibilidad
de la fuerza laboral, u otras excusas.
Más
no se amilanaron ante el desencanto. Diseñaron entonces nuevas
obras, quizás menos atractivas visualmente, pero iguales de seguras,
confortables y funcionales, como los había enseñado la universidad.
Aunque
no pudieron imponer su estilo, ni imaginar edificaciones al estilo
Oscar Niemeyer, se
adaptaron a las necesidades constructivas del país, sin renunciar a
sus influencias.
Los
más arriesgados se fueron a los polos turísticos en desarrollo a
proyectar a pie de obra hoteles y otras instalaciones recreativas del
turismo.
Otros,
por insatisfacciones económicas se convirtieron a la fuerza en
diseñadores, pintores de cuadros y hasta realizadores audiovisuales.
Mas,
en los tiempos actuales Cuba precisa de ellos, de sus conocimientos,
esos que a veces han sido ignorados y provocado luego la
desurbanización de ciudades y poblados, violaciones en el paisaje
urbano costero, y hasta la inaccesibilidad o falta de señalizaciones
en determinados inmuebles.
Allá
en Las Tunas la concreción de la Casa insólita, una idea de Domingo
Alás Rosell, que tendrá
cinco cámaras interiores, entre ellas la mesa de billar inclinada,
el agua que sube por su propio peso, la ola que nunca cae, péndulos
que reposan inclinados y un asiento del cual el visitante no podrá
levantarse sin ayuda, enorgullece a esos profesionales.
¿Quién
dice entonces que los arquitectos no pueden soñar?
Hola Glenda, no me conoces y yo solo a ti por la minúscula foto del periódico pero me pareció justo felicitarte por tu artículo de ayer “Amigos arquitectos”. En poco espacio y de una manera muy fresca y desprejuiciada lograste dar una visión completa de la arquitectura, desde los estudios universitarios hasta la situación actual con el diseño arquitectónico y urbano. Te agradezco infinitamente esa atención tuya.
ResponderEliminarEl que te escribe es un joven de 64 años del departamento de Arquitectura en la Universidad de Oriente, profesor y compañero de trabajo de Domingo Alás y quien sintió hoy la necesidad de compartir ese trabajo con mis colegas de cátedra y espero hacerlo con mis estudiantes después de la semana de receso.
Te saludo y deseo éxitos en tu trabajo.
Rafael Rodríguez Abreu
Departamento de Arquitectura y Urbanismo
Facultad de Construcciones. Universidad de Oriente
Gracias a usted profe, me alegro que lo comparta con sus alumnos y compañeros
EliminarGlenda: muchas gracias por acordarse de nosotros los arquitectos y las grandes y bellas verdades que dice de nosotros en su artículo. Ojalá y todos nos dieran ese reconocimiento social y nos ocuparan en lo que fuímos preparados para el bien de nuestras Urbes y confort habitacional. Muchas Gracias. Arq. Carlos Andrés desde la Isla de la Juventud
ResponderEliminarGracias a usted, me alegra mucho que se sientan reconocidos con mi humilde comentario
EliminarPrimero que todo, GRACIAS GLENDA. Me sentí muy identificado con tu artículo, y me imagino que haya sido como el reflejo en un espejo de otros tantos que compartimos el mismo espacio y tiempo en la Universidad de Camagüey. Nunca dejaremos de soñar, esa es nuestra esencia. Saludos para todos los arquitectos de la UC de todos los arquitectos que estamos en Cayo Coco. Jorge Ramírez S.
ResponderEliminarGracias, fue escrito precisamente por mis recuerdos con los amigos de Camaguey, por favor salúdamelos a todos.
EliminarMe encantó tu comentario Glenda, me identifico mucho con la arquitectura y mientras lo leo me vienen a la mente los nombres de varios amigos arquitectos, unos en el ejercicio de la arquitectura, otros en el diseño o en puestos afines, pero fieles al aprendizaje y el arte que conjugan en su profesión. Ojalá y mi pequeño se incline por la arquitectura, para lograrlo lo iré enamorando poco a poco, tu escrito me ayudará a hacerlo.
ResponderEliminarespero que se incline por el arte Leyaní, por la arquitectura, en unos años me cuentas. Saludos y gracias por el comentario
ResponderEliminarSaludos
ResponderEliminarGracias Glenda por mostrar en apenas unas pocas pinceladas que es un arquitecto...como somos, como somos en lo profundo, toda esa parte artistica y humana, leer tu articulo ha rememorado en mi "los dias tristes y gloriosos" en que pasaba la Universidad de Oriente.