No basta con
que a veces esos vehículos no se ajusten a su horario, también hay que sufrir
varias horas detenidos por roturas, aires acondicionados con mal
funcionamiento, asientos que ya no se reclinan, maltrato de los trabajadores,
pasajes a sobreprecio y por supuesto, paradas intermedias para que los choferes
puedan “resolver”, mientras queda gente esperando en una lista, en la terminal.
Más allá de
las molestias a los pasajeros, tal vez por la incapacidad prever
tales contratiempos, nadie se disculpa, y ni mucho menos rembolsa parte del pasaje, que como en
casi todos los medios de transporte, está caro. (No es una política de esa empresa rembolsar dinero por algún problema en el trayecto, una práctica que tal vez sea necesario comenzar a adoptar)
En el caso de las roturas, estoy segura que
la intención de los conductores no es romperse, porque ¿quién quiere estar “botado”
tantas horas? Pero, ¿acaso no es posible revisar los vehículos y darles un buen
mantenimiento para evitar esos incidentes? ¿No se puede siquiera hacer trasbordo
y que algunas de las provincias donde ocurren los contratiempos presten una guagua? ¿Acaso no es EON una sola empresa?
Como este niño otros tuvieron que entretenerse durante la espera |
No es menos cierto que gran parte del mal
estado de esos vehículos se debe también a la insolencia de pasajeros que
ingieren alimentos a sabiendas de que está prohibido, dañan los asientos, otros que demoran más del tiempo establecido
en cada parada, o quienes transportan
“exceso de peso”, aunque por 20 CUP el maletero te resuelva.
Pero son
reconocidas, incluso por Roberto
Ricardo Marrero, otrora director de la
EON hoy viceministro de transporte , “los factores que afectan en estos momentos la calidad
de los servicios, asociados mayormente a indisciplinas de los trabajadores y
que se materializan en cargas ilícitas, cobro del pasaje a sobreprecio, paradas
indebidas y maltrato al cliente”.
Ni siquiera
el uso del Sistema
de posicionamiento global en un gran por ciento del parque automotor de esa
entidad, evita los cambios en la travesía de los choferes, uno de cuyos casos hace
algunos meses una
colega denunció valientemente con foto y todo, cuando se desviaron de la
ruta hacia una paladar.
No puede suceder
que, por no existir otra oferta más cómoda, se aprovechen de la necesidad de los
otros. No puede ser que permanezcamos de brazos cruzados y bocas cerradas, sin
al menos formular una queja, porque “lo más malo ya pasó”.
Pasó para
usted, pero comienza para quienes no tienen otra posibilidad, porque la botella
en la carretera es muy difícil y los porteadores privados impagables e
implacables.
Entonces
empieza la incertidumbre de cómo será su viaje, si llegará a tiempo, ¿se
romperá?, cuántas veces parará en el camino... Comienza la tristeza de montarse
en un “astro”, que tal vez, como su nombre, se apaga.
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