Desde el mismo instante en que pusieron a Edilse Silva como
bateador emergente en el juego contra los Navegantes
de Magallanes, (Venezuela) y
prescindieron de la experiencia, oportunidad y otras cualidades que por ser un
coterráneo no voy a mencionar, Dánel Castro, comencé a
cuestionar y preguntarme sobre el futuro del béisbol en Cuba.
Un precedente
anterior en el juego contra los Naranjeros
de Hermosillo (México), en el cual
los Azucareros
de Villa Clara (Cuba) se vieron presionados (como casi siempre pasa a los
equipos de la Isla)
y hasta desconcentrados, aumentó mis decepciones constantes que parecen ser
intencionales.
No voy a hablar más
del descalabro de los cubanos, de cómo la Serie Nacional necesita
urgentemente un cambio y con ella la Federación
Cubana de Béisbol con Higinio Vélez y
camarilla incluida.
Por eso prefiero
hablar de cualquier otro deporte que pueda convertirse en la nueva pasión
nacional, y que ya no podrá ser el fútbol (nacional), el atletismo, el basket y
mucho menos el voleibol.
El futuro deportivo
lo veo negro, a pesar del aumento del salario, la inclusión de cubanos en
centros de entrenamientos o ligas extranjeras o la atención a las Escuelas de Iniciación Deportiva.
Está claro que ahora
mismo, viendo el juego entre “Cubaclara” y los Indios de Mayagüez (Puerto Rico) no tengo
cabeza ni para hilvanar ideas en este comentario, por eso primero esperemos que
gane Cuba, y segundo que pierdan dos veces más los boricuas.
Volvimos, por suerte,
ya a la Serie del Caribe, y
aunque la mentalidad “siempre hay que ganar, siempre hay que ganar, siempre
hay que ganar”, no la comparto; o teníamos mucha fe y expectativas o en el
fondo esa mentalidad, sigue presente, pero volvimos realmente a hacer tremendo
papelazo. Esperemos que el destino próximo, me quite la razón.
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