El primer acercamiento que tuve a Mandela, fue hace
muchos años, creo, en la secundaria básica. Sin embargo no fue hasta que vi la
película Invictus,
ya en la universidad que me interesé por la vida de aquel hombre que estuvo casi
tres décadas preso.
A esa altura, como casi siempre me pasa, fue el
filme lo que me acercó al ser humano, al hecho, a la historia, al continente de
mis antepasados como siempre me recuerda mi papá.
Con la excelente representación de Morgan
Freeman, la historia narra los hechos reales de cómo Nelson Mandela unió
sus esfuerzos con el capitán del equipo de rugby nacional para unir el país.
Pero a pesar de la maestría de la película no es Morgan Freeman,
ni Matt
Demon, quienes ocuparán hoy mis líneas. Mi post es para Madiba, el primer
presidente negro de Sudáfrica
que apenas falleció este jueves, a la edad de 95 años.
La historia de las luchas raciales entre los propios
negros, solo por ser más claros o tener facciones más finas, me indigna
sobremanera, como lo hace la discriminación que en su propia África, sufrían
por parte de los blancos.
Por eso no me sentí triste al dormirme en el sofá
este jueves y perderme el filme. Mandela sigue invictus, lo estará siempre.
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