Desde otra
arista, otro ejemplo de que a pesar de su gratuidad, la salud cubana
cuesta.
Luis
Enrique no ha tenido nunca ningún amigo o familiar con Insuficiencia
Renal Crónica (IRC), pero conoce cada detalle de la
enfermedad y su tratamiento.
Cual especialista en
nefrología sabe los términos exactos de ese padecimiento
y hasta detalles de los equipos que se utilizan para las diálisis. Sin embargo,
no es médico… es chofer.
Con
casi toda una vida detrás del volante, este taxista de Cienfuegos,
conoce mejor que nadie,- y a pesar de no haberlo padecido en carne propia- del
sufrimiento de aquellos cuyos riñones no funcionan bien. Justamente, manejando
su auto, lo aprendió.
Por
eso prefiere subrayar el costo de las máquinas de hemodiálisis que Cuba adquiere,
a los ingresos por cada viaje. Prefiere subrayar la satisfacción de cada
paciente, al gasto de combustible.