He estado
esperando todo el día a que se
descongestionen las líneas telefónicas. Ayer fue el día de los padres. El mío
está a más de 12 horas de diferencia y por eso intenté comunicarme con él desde
la madrugada de este domingo.
Sin embargo,
como pasa en estas fechas,- que miles de hijos quieren comunicarse con sus
progenitores- las líneas estaban congestionadas. Aún así continué intentando
comunicarme con él. Pero llegó un momento en que olvidé que estaba al otro lado
del mundo.
A las 3:10 pm
logré sentir su teléfono dar timbre, esperé paciente, porque normalmente
responde enseguida y entonces escuché su voz al otro lado de línea. No se
imaginaba que era yo.
Tal vez su teléfono no reconoció el número de su
hija más pequeña, tal vez por haberlo despertado en el medio de la madrugada
vietnamita (allá eran las 2:16 am del lunes) solo atinó a responder.
Tal vez hoy no sea un día para papá y no haya
descansado bien, porque sus casi 6 décadas, no andan permitiéndole que se
despierte súbitamente en la madrugada.
Tal vez,
después de mi llamada no pueda volver a conciliar el sueño. Pero sé que al
menos sentirá que estar lejos de sus hijas en este día de los padres, solo lo
es físicamente.
Aunque no
pudo hablar con mis hermanas, sabe que todos le deseamos un feliz domingo, y
lunes, y martes, y toda la semana. Por eso estuve esperando todo el día a que
se descongestionaran las líneas telefónicas, para decirle a mi papá, al otro
lado del mundo, ¡FELICIDADES!
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