Lo más importante en mi vida, es mi familia. Ocupan ellos el
primer lugar en la escalera jerárquica de mis prioridades. Nada más los supera.
Ni el trabajo, ni el amor, ni siquiera mi salud.
Por suerte mi familia, dígase mis padres, mis hermanas y mi sobrino, que cumple un año próximamente, tampoco que me ha puesto nunca
condiciones para escoger entre ellos, el trabajo, el amor o mi salud, (claro,
esto último es bastante obvio).
Mi familia, que como tantas sufre de distancias,
incomprensiones temporales que pueden durar años, carencias económicas,
discusiones, y tantas cosas inexplicables, mi familia, esos cinco seres
especiales, me han hecho lo que soy.
Por eso estos días de finales de julio me voy con ellos.
Basta de separaciones prolongadas por trabajo, problemas de transporte o hijeputadas[i]
de la gente.
Pero tranquilos, aquí tendrán cada semana los post que he
preparado para que mientras estoy en mi Las Tunas querida, tengan un pedacito
de Cienfuegos.
Nos vemos en agosto.
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