Hace más de medio siglo la muerte te arrebató la
vida con apenas 27 años. No hubo un cuerpo para rendirte honores, pero nació la
tradición de arrojar flores al mar en cada octubre.
Porque así fue tu sonrisa,
tan grande como el mar.
Más, a penas tres meses pudiste mantener
ese sueño. En los desmanes de una Cuba
sufrida, tu familia no podía sustentar tus estudios, y como tantos otros,
cuando aun no cumplías, 15 empezaste a trabajar.
Luego, cuando pudiste enrumbarte como adulto, llegaste
a Nueva York con la esperanza de mejorar económicamente tu vida.
Pero la Gran Manzana no era lo que imaginabas.
Decepcionado volviste a tu Isla para apoyar los movimientos revolucionarios de
los estudiantes. Justamente, en una manifestación de protesta y en honor a Antonio Maceo
recibiste con 23 años, tu primer balazo.
Te viste forzado entonces a partir nuevamente a
Estados Unidos y más tarde a México.
Allí conociste de una causa a la que dedicarías el resto de tu vida.
Al principio te rechazaron, pero al conocerte
aceptaron que los acompañaras en el viaje.
Algunos dicen que fue por tu delgadez….
Fue entonces cuando en aquel yate de recreo para 12
llegaste con 81 hombres que cambiarían la historia cubana para siempre, y conociste
a dos amigos a quienes serías fieles hasta la muerte: Fidel Castro y Ernesto Guevara.
Bajo las
ordenes de Fidel primero, en la columna José
Martí, y luego en la Ciro Redondo,
del Che, supiste mostrar tu estirpe de revolucionario, siempre a la delantera,
como un Señor de la Vanguardia.
Por tus méritos fuiste ascendido a comandante y dirigiste
hacia el Occidente la columna invasora Antonio Maceo, travesía que te convirtió
en el Héroe de Yaguajay.
Y cuando
desapareciste en aquel vuelo del Cessna 310- C, en algún lugar
entre Camagüey y La Habana, el pueblo estuvo
varios días buscándote. No podían creer que desaparecieras así, de la nada.
Desde entonces cada 28 de octubre tu recuerdo se
esparce entre las aguas que bañan tu tierra amada. Desde entonces, los niños,
incluso desde un río, pueden sentir que sus flores llegan hasta el océano, que
es como llegar a ti: Camilo.
Fue entonces cuando en aquel yate de recreo para 12
llegaste con 81 hombres que cambiarían la historia cubana para siempre, y conociste
a dos amigos a quienes serías fieles hasta la muerte: Fidel Castro y Ernesto
Guevara.
Por tus méritos fuiste ascendido a comandante y dirigiste
hacia el Occidente la columna invasora Antonio Maceo, travesía que te convirtió
en el Héroe de Yaguajay.
Y cuando
desapareciste en aquel vuelo del Cessna 310- C, en algún lugar entre Camagüey y
La Habana , el
pueblo estuvo varios días buscándote. No podían creer que desaparecieras así,
de la nada.
Desde entonces cada 28 de octubre tu recuerdo se
esparce entre las aguas que bañan tu tierra amada. Desde entonces, los niños,
incluso desde un río, pueden sentir que sus flores llegan hasta el océano, que
es como llegar a ti: Camilo.
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