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Verdad que es lindo? |
José Kmilo ha sido un niño dichoso desde que se veía
como apenas un frijol en su primer ultrasonido. Hasta la red social facebook llegaron esas imágenes que corrieron por el
mundo la noticia de que nacería el primer varón de la familia Boza Ibarra, el
niño que tanto habíamos esperado las tres hijas de Mirtha y Boza, que por una
razón o cosas del destino no llega sino hasta ahora, cuando sus abuelos
maternos alcanzan las seis décadas.
Pero José Kmilo es un niño dichoso. Tal vez no
vivirá en la casa más lujosa de Las Tunas.
Apenas un apartamento en el segundo piso frente a la línea del tren (tal vez
haga como su tía que recién mudada se ponía a contar los tranvías y los anotaba
en una libretica); una casa con problemas en las tuberías y otras cosas, será
su hogar, pero eso sí, será un hogar lleno de amor, y eso es una dicha en estos
tiempos.
José Kmilo
Plá Boza, que nació apenas hace unos días, el 29 de julio de 2012 a las 11 y
tanto de la noche, igual que su madre Ara, será el niño más dichoso del
planeta, porque nos tiene a nosotros, su familia, a los cuales presente a
continuación:
Su madre, mi hermana mediana Ara, trataba de
concebirlo desde hace casi un año, sabía que Kmilo, el sumi como le digo a mi
cuñado cariñosamente, era el hombre indicado para tenerlo. Claro, los dos pasan
ya los 30, y aunque la economía está por el piso, y la casa que construyen
desde hace siglos aún carece de techos y ventanas, José Kmilo no iba a dejar de
tener una casa, un hogar. Desde que supo la noticia mi hermana comenzó a soñar a
su niño, y Kenia y yo nuestro sobrino, y mamá y papá a su primer nieto.
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Con su mamá |
Ara
dibujó los muñequitos más lindos para decorar el cuarto y quitó de las paredes
todas las fotos y detalles que vi durante varios años aumentar en aquel pequeño
espacio. Nunca la vi tan feliz, ni supe hasta ese momento de sus magníficas
cualidades como dibujante. Y qué lindo le quedó el cuarto.
Kmilo, el padre, se notaba nervioso, ni en sus más
fuertes torneos de ajedrez lo vi tan impaciente, aunque no lo notaran los que
no lo conocen bien. Cada día llegaba cargado de comida para la gestante, tanto
la engordó que después estaba por encima del peso normal, pero seguía linda.
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Con su abuela materna |
Mirtha, la abuela materna, después de tantos años
volvió a coser a máquina. Luchó cada día contra los fuertes dolores en la
espalda para coser las más bellas fundas para las almohadas, ropas para la
embarazada y cualquier cosa que a mi hermana se le ocurriera. No quería que
nadie se lo hiciera quería hacerlo ella. El reposo de mi hermana la hizo sacar
fuerzas de donde no había para hacerlo todo en la casa, y cumplir también con
su trabajo, justo como hace una buena madre.
Boza, el abuelo materno, por su parte, estoy segura
que pasaba los días en vela al otro lado del mundo. Sé que soñaba con las cosas
que le contaría y enseñaría al nieto, ese varón que siempre quiso y que nunca
pudo tener. Se aventuró a comprar ropas, zapatos, juguetes, cosas que quizás no
le sirvan cuando llegue a Cuba, pero que se han comprado con todo el amor del
mundo. Ya lo imagino pensando allá a miles de kilómetros cómo lo cargará en sus hombros durante un
desfile por el primero del mayo, o le enseñará a montar bicicleta primero y
después hasta manejar.
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Su cuarto |
Kenia, mi hermana mayor, por su parte se lamentaba
por estar lejos justo cuando más necesitábamos de sus contactos médicos y sus
buenas amistades, que aún estando ausente nunca le fallaron. Desde la lejanía
no faltaba un correo lleno de indicaciones sobré como tratar la embarazada, que
debía y que no debía hacer y como debíamos proceder. También sus primeras
compras fueron para el niño, que justo como el short que le compró será el
consentido de la familia, y además el hijo que Dios, la vida o el destino no le
dio.
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Con un día de nacido |
Y yo, yo he sido testigo a medias de cada
acontecimiento. Cada festejo lo he vivido como mi hermana mayor y mi padre,
desde una foto o un correo electrónico. A pesar de ir unas pocas veces a Las
Tunas este año, quisiera haber podido estar más ahí cuando me han necesitado,
pero la distancia y el trabajo me lo han impedido, aunque sé que no tengo
excusa. Para colmo viajar a Las Tunas es más difícil que ir a China, y aunque mis viajes en “botella”,
han sido afortunados hasta el momento, es una preocupación por la que no me
gusta hacer pasar a los míos. Yo soy feliz, justo como mi familia, aunque
siento unas ganas inmensas de llorar porque si normalmente los necesito cada
día, imagínese ahora que tengo otra razón para estar cerca, otra razón que no
quiero perder, ya veremos cómo lo conjugo todo, si es que acaso se puede.
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Este pequeñín me ha hecho feliz |
Por eso José Kmilo Plá Boza, mi sobrino de apenas
una semana y un día de nacido, será un niño dichoso. Kenia será la tía de los
dulces y la comida rica; yo seré la de los viajes a Cienfuegos en las
vacaciones; su abuela materna Yánika será quien le haga los flanes de sus
cumpleaños o cualquier otro día; su abuelo Regal será el que le hable de
Historia de Cuba; su otra abuela Mirtha
le enseñará a ser bueno y comprensivo; su abuelo Boza le enseñará a manejar y a
jugar todos los deportes; Kmilo le enseñará ajedrez y lo ayudará a estudiar
matemáticas y Ara lo hará el niño más feliz de todos, y no faltarán los amigos,
vecinos y demás familiares que lo harán feliz, porque José Kmilo nos ha
cambiado la vida para bien y para siempre.
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