Puedo decir con total orgullo que el primer libro que me leí completamente fue Cien años de Soledad del Gabo, aunque orgullosa no sea la fecha de ese suceso. Creo que a pesar de lo tardío, fue un buen comienzo en la literatura extensa, que sigue acumulándose con el resto de los títulos que he encontrado. (En mi librero resguardo el primer libro que nunca devolví, “El amor en los tiempos del cólera”, recuerdo verlo en una mesa del pre, lejos de todos, pidiéndome a gritos que lo tomara entre mis manos, aún no sé a quien le hice el daño.A quien haya sido Lo siento, además ni el final completo tenía).
Luego el tiempo quiso que mi vínculo con el Gabo aumentara a través de una historia que nos llevó a los dos al único Macondo cubano, ese que defiendo por sobre aquellos que pretendan nombrar así, de buena voluntad, a otros pueblos de esta Isla.
Como comentaba, el Gabo nunca visitó ese pueblo en el sur de Las Tunas, pero supo de su existencia, me consta. Una carta publicada en 2010, a Haydée Santamaría, lo reveló. (No se preocupen al final la comparto). Por eso hoy quiero felicitar al Gabo en su 85 cumpleaños, incluso hace algún tiempo, cuando aún no tenía cuenta en facebbok, traté de enviarle un mensaje a través de su perfil. ¡Ilusa!! Nunca pude comunicarme y me quedé ya con las ganas de conocerlo, pero sigo sus escritos, que es la única forma de llegar a él, y honestamente es un camino extremadamente placentero. Y ahora la carta:
No te imaginas qué contento estoy con la noticia de que hay un Macondo cubano, cuánto me emocionó conocer por tu discurso los pormenores de su nacimiento. No tengo ninguna preocupación por su destino: ese Macondo resistirá a todos los vientos, porque no ha sido creado bajo el signo de la soledad como el otro, sino bajo el signo milenario de la solidaridad. Será un pueblo indestructible, ya lo verás
Así comenzó el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez (Gabo), su carta a Haydée Santamaría en 1970. Se refería a un pueblo al sur de la provincia de Las Tunas: Amancio Rodríguez.
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