Pável murió este último fin de año. Dejé de verlo apenas unos meses atrás cuando me gradué de periodismo. Aún no puedo creerlo. Algunos decían que era medio loco, e incluso sus más recientes amigos “de discusiones de fútbol” lo llamaban el “noticiero de desinformación nacional”, pero no tenía nada que ver con que no supiera de lo que hablaba. Amaba los deportes, y mucho más la pelota, esa era su gran pasión.
Lo recuerdo haciendo de cátcher en el equipo de la facultad o jugando cualquier otra posición que le viniera a la cabeza. Una vez no hizo la selección del equipo de la universidad, no porque fuese malo o indisciplinado. Al contrario, la Universidad de Camagüey necesitaba un cátcher como él, pero jugaba a la pelota con tanta pasión que lo mismo se robaba tercera con dos outs, que soltaba la careta y se ponía a pichear.
Pável murió y no puedo creerlo, casi puede decirse que lo supe por casualidad, este día 3 de enero cuando conversaba con una amiga. Dice que tardaron en encontrar su cuerpo ¿Cómo?, Pável era inconfundible, loco, intrépido, aventurero, a veces hasta perdido, sabe Dios en qué mundo. Cuando lo conocí comenzaba su primer año de historia y tuvo tan excelentes calificaciones que le permitieron cambiar para la carrera de Periodismo, y sí que fue periodista sin graduarse siquiera. No le apenaba preguntar lo que no sabía aunque a veces parecieran preguntas absurdas. Creo incluso que alguna vez llegó a sentirse apartado por su grupo, pero quien podía apartar a Pável.
Antes de graduarme recuerdo que conversábamos a menudo de muchas cosas varias veces le ayudé en sus tareas de Redacción, o Grámatica, asignaturas que fueron dolores de cabeza para él.
Por eso prefiero recordarlo así, sonriente, sorprendiéndonos a cada rato, o sin pena a pedir ayuda para realizar la tarea, jugando los mil deportes durante los Taínos, sacando la cara por su facultad, o haciendo de Aladino en el festival, trabajando en el campo, simplemente estando donde alguien lo necesitara.
Honestamente, Pável no murió. Tal vez su estado físico pasó a otra dimensión, pero él está vivo. No creo que personas honestas, humildes, sencillas, buenas, e intrépidas, puedan dejar de vivir en nosotros. Son personas que no se olvidan, justo como Pável López, ese muchacho periodista, guajiro de Hatuey, que llegó a nuestras vidas para vivir siempre.
Coño, glenda, me has sacado las lágrimas. Qué injusto es todo esto. qué podemos hacer? Dime tú...Tal vez crear algo en la Facu que lleve su nombre. tere
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