Entró por la puerta cuando había pocas personas.
Esperó por la última en la cola y pidió a los cielos no llegara nadie más. Pero
es casi imposible encontrar una farmacia vacía en Cuba. Entonces se fue. No era
capaz de soportar otra vez aquellas miradas indiscretas mientras pedía cinco
pesos de condones a la dependienta.
Como ella, aún muchas mujeres sienten
vergüenza por comprar preservativos, una realidad que, a pesar de la educación
y promoción en torno a estos temas, todavía afecta a algunas y entonces,
aparece la relación sexual desprotegida.
Si bien es sencillo acceder a estos, —lo
mismo pueden encontrarse en droguerías, cafeterías estatales, ferias por la
salud e incluso bodegas—, conseguir condones es para muchas un desafío personal.
Las más jovencitas temen al qué dirán al
descubrir su actividad sexual; las solteras a ser catalogadas de promiscuas;
las casadas de infieles y las mayores de 50 años de ridículas.
Tales miedos,
sustentados en obsoletos prejuicios, niegan la libertad sexual de las féminas y
su empoderamiento en la sexualidad.
En un artículo sobre el tema la escritora
mexicana Luza Alvarado explica: “el meollo del asunto está en el miedo que nos
provoca aceptar a la mujer como un sujeto deseante. Todavía existen prejuicios
negativos acerca de las que ejercen su sexualidad libremente; durante siglos,
la mujer fue educada para ser un objeto pasivo cuyo deseo solo era legítimo
cuando se ponía en función del deseo masculino. Ese esquema persiste en nuestro
inconsciente colectivo a través de prejuicios y reglas no escritas como: ‘los
condones le tocan al él’”.
Así se deja a los hombres la responsabilidad
de comprarlos, abrirlos, ponérselos, evitar derrames o rompimientos y botarlos
luego a la basura. Sin embargo, en algunos aparece el rechazo y alegan no
experimentar las mismas sensaciones, sentir molestias o provocarles daños.
Entonces muchas ceden ante tales excusas y se aventuran al juego de la ruleta
rusa cuyo precio luego es un embarazo no deseado o alguna Infección de
Trasmisión Sexual.
Incluso en parejas estables se recomienda
usar el condón, según comenta la sicóloga Yanisuleidy Tamayo Días: “el uso del
condón evita el intercambio de los fluidos del semen y la vagina, los cuales no
solo trasmiten el VIH, sino además otras infecciones que pueden incluso
provocar el cáncer cérvico uterino.
“A pesar de los mitos aún existentes, el bajo
número de mujeres diagnosticadas con Sida en comparación con los hombres,
refleja que las féminas sí se protegen. Mas al menos en Cienfuegos, en el caso
de las casadas fue precisamente por no usar el condón con sus parejas que
adquirieron la enfermedad. En investigaciones y encuestas hemos detectado que
las parejas estables no se protegen”.
La mayoría de los casi 22 mil casos de VIH diagnosticados
en Cuba desde 1986 han sido por tener relaciones sexuales sin preservativo y ocho
de cada diez personas contagiadas son hombres.
De acuerdo con estudios en México en 2010 el 83
por ciento de las mujeres de ese país no compra o carga un condón por “prejuicios
sociales” o temor a ser consideradas “mujeres fáciles”. Una muestra de cómo, a
pesar de las campañas para eliminar tales prejuicios, todavía están arraigados
en la sociedad.
Por fortuna en Cuba y Cienfuegos, esas cifras
no son tan alarmantes, aunque persisten quienes tienen los mismos temores.
Para ellas entonces aconsejamos algunos
trucos como pedirle a una o dos amigas acompañarlas; comprarlo junto a otros
medicamentos; buscar un lugar donde sea un hombre quien lo despache; ir a la
farmacia en horarios de poca afluencia de personas ya sea en las primeras horas
de la mañana o en la noche.
Mas el mejor consejo, es recordar siempre como
esa acción demuestra responsabilidad, consciencia de los riesgos y que
protegerse no es una opción, sino una obligación.
La escritora Luza Alvarado así lo resume: “todo
ejercicio de libertad implica una toma de responsabilidad. Comprar condones y
llevarlos en la cartera forma parte de un ejercicio responsable de la
sexualidad. (…) Si algo puede prevalecer en el tiempo como un valor positivo y
transversal, es el cuidado personal de la salud, que en el caso de la vida
sexual, se convierte en un cuidado del otro, de la comunidad y de la sociedad.
“La mayor ventaja es que funciona como un
seguro de vida: si el hombre no lleva condones y ambos tenemos ganas, no pongo
mi salud sexual en sus manos. No importa si se trata de sexo casual o de una
relación más seria, la vida está en juego y si uno se cuida está cuidando a
otro, a sus potenciales otras y a los potenciales otros de ellas... O sea,
cuidarse es cuidar a todos”.
Por eso la muchacha del inicio de esta
historia volvió a la farmacia, y cuando tocó su turno no vaciló en decir: “me vende
unos condones por favor”.
Pienso que si, que es un tema muy contradictorio pues en nuestro país las mujeres tiene pena de compar un cóndon por lo que las personas de la cola piensen de ella, pienso que la que hace eso no se quiere a ella mismo pues es más importarte cuidarte con una relación sana y protegida a lo que piense algunos en una cola. Yohander
ResponderEliminarEl sexo seguro es responsabilidad no solo del hombre, pues por llevar condones en el bolso no dejaremos de ser mas mujeres , por el contrario nos ayuda a sentirnos mas seguras de si mismas envitando contraer cual quier enfermedad de transmision sexual. Mairelys Martinez Murguia
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