Entró por la puerta cuando había pocas personas.
Esperó por la última en la cola y pidió a los cielos no llegara nadie más. Pero
es casi imposible encontrar una farmacia vacía en Cuba. Entonces se fue. No era
capaz de soportar otra vez aquellas miradas indiscretas mientras pedía cinco
pesos de condones a la dependienta.
Como ella, aún muchas mujeres sienten
vergüenza por comprar preservativos, una realidad que, a pesar de la educación
y promoción en torno a estos temas, todavía afecta a algunas y entonces,
aparece la relación sexual desprotegida.
Si bien es sencillo acceder a estos, —lo
mismo pueden encontrarse en droguerías, cafeterías estatales, ferias por la
salud e incluso bodegas—, conseguir condones es para muchas un desafío personal.
Las más jovencitas temen al qué dirán al
descubrir su actividad sexual; las solteras a ser catalogadas de promiscuas;
las casadas de infieles y las mayores de 50 años de ridículas.