Ese fue el primer mensaje que leía de Ronald,
hace ya algunas semanas. No sé cómo me hice su amiga en Facebook, tal vez el
hecho de compartir la misma provincia de amores y odios (al menos en mi caso) me
hizo confirmar su solicitud de amistad, ¿o fue al revés? A esta altura tales detalles no importan,
porque Ronald Hernández Torres me actualiza cada mañana de la situación de los
cubanos en Liberia. Sí, Ronald es Médico General Integral y partió a esa nación para combatir el ébola.
De primera mano comenta y comparte fotos de cada
una de las actividades de la brigada cubana, una primicia que no tiene ninguna
de las agencias de prensa extranjeras con periodistas allí. (Por razones obvias
que van más allá de recursos, Cuba no mandó a nadie, aunque yo hubiera sido
voluntaria).
Bueno
dejemos de hablar de mí, y hablemos de Ronald, quien es de alguna forma,
nuestro corresponsal.
Entre mensajes de agradecimiento, solidaridad y por sus cuidados, la gente le pide fotos de los médicos de sus provincias, les envía mensajes, les hace preguntas, entrevistas, a todos Ronald responde.
Hace unos días lo vi conectado y me animé a
enviarle un mensaje. A penas quería agradecerle, mostrarle mi admiración y
pedirles que se cuidaran. Pero hemos chateado por unos 10 minutos.
Para orgullo mío fuimos casi vecinos allá por
Buena Vista en Las Tunas. Quizás alguna vez lo vi, o hasta me atendió, pero muy
pocas veces una puede reconocer a los héroes comunes, esos que no se estudian
en los libros de historia, ni llevan su nombre luego las escuelas.
Me ha contado de sus hijos, y del más pequeño
que vive en Sagua de Tánamo, Holguín, quien quedó muy triste cuando su papá le
dijo que debía irse a África.
Ronald Daniel tiene siete años y no entiende
su decisión. Solo sabe que estará lejos de él otra vez. Tal vez ni siquiera
comprenda el riesgo que corre ahora su padre, y que hace su disposición de
partir aún más admirable.
Desde Liberia, Ronald ha pedido a sus amigos
sagueros que le lleven una foto a su hijo, que le digan de su estado.
Yo, que estoy muy lejos y no puedo ayudarlo,
le prometí escribir algo, para que alguien tal vez se lo leyera.
“Le voy a agradecer, él está dolido porque no
quería que viniera. Imagínate tiene 7 años y yo me pasé 4 en Venezuela”.
Creo que tal compromiso me ha tenido con la
hoja en blanco por casi una semana, porque ninguna palabra podrá describir mi
agradecimiento a Ronald padre ni consolar a sus hijos; porque nada que escriba
será digno para tanta entrega; porque a horas como estas, yo prefiero un
abrazo.
Con casi 3000 amigos, mañanas complicadas de
entrenamiento, preparación y hasta clases de inglés, Ronald accedió a
saludarme, a contarme de su familia.
Quizás alguna vez nos cruzamos por una calle
de Las Tunas, ahora que lo pienso, su cara me suena conocida. Claro, a Ronald
lo leo cada mañana, no importa si es Facebook, Telesur, o en el blog de algúnamigo. El mundo lo sigue, como lo sigo yo.
¡Esperen! !Ahora
ha vuelto a publicar!
“Buen día a
las amigas y amigos de todo el mundo que están pendientes de nosotros. Ahora
llegó el momento de nuestra generación de ayudar al pueblo africano a combatir
al ébola. Es nuestro Moncada, es nuestra Sierra (…) Venceremos y volveremos”.
Y no me quedan dudas de que volverán.
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