No
muchos conocen de sus éxitos en el cuadrilátero. Solo algunos cienfuegueros,
aficionados del boxeo, y sus vecinos de la Ciudad Electronuclear, saben con exactitud
cuántas peleas y torneos ganó.
Fue
un excelente atleta, lo dicen sus resultados, sin embargo, mejores figuras en
su división, dificultaron su camino hacia a la gloria definitiva.
Aun así, y a pesar de decepciones constantes
dentro del boxeo, Jorge Luis Fermín Rodríguez, lleva en su sangre el deporte de
los puños, tras varios años inactivo.
Su
nombre volvió a la gloria cuando uno de sus pupilos Robeisis Ramírez Carrazana,
se coronó campeón en los Juegos Olímpicos del 2012 con solo 18. Sin embargo, Fermín,
como lo conocen todos, no solo ha sido un estupendo entrenador sino también
atleta.
Natural
de La Sidra cerca del río Hanavanilla en el municipio de Cumanayagua, Fermín
nació en el seno de una familia humilde de 10 hermanos, con quienes varias veces
“cruzaba los guantes”.
“Empecé
atrasado en el boxeo, con 14 años. En Santa Martina era jefe de albergue y me
ponía las toallas en los puños para pelear con los muchachos”.
Así lo descubrió el entrenador Lázaro Dan
quien se quedó sorprendido con la facilidad que aprendía la técnica y la
rapidez con que tiraba los golpes.
Cuentan que en su casa, Fermín se paraba
frente al espejo a practicar la parada de combate y los golpes rectos, porque
su profesor le había comentado la importancia de corregirse por sí mismo. Con
solo dos meses de entrenamiento ya dominaba los golpes rectos, ganchos y los
cruzados.
“Me
llevaron al gimnasio Cinco de Septiembre en Punta Gotica y allí comencé a
prepararme para mis primeros juegos escolares, apenas dos meses después de ser
captado. En ese evento gané en dos ocasiones y perdí con Licanor Barrientos, a
quien “subió” Alcides Sagarra”.
Ansioso por llegar también a la escuela
nacional y decepcionado por no alcanzar su triunfo, Fermín continúo
preparándose en Cienfuegos.
A pesar de los fracasos, sus entrenadores
sabían que con su corta edad y tiempo en la disciplina tenía todo lo necesario
para enfrentar y vencer a quienes le pusieran al frente.
En el jovencito, sobresalían su voluntad,
interés y fuerte entrenamientos, como si el boxeo formara parte imprescindible
de su vida.
En 1986 se corona campeón de la Copa Tele
Rebelde, y a partir de ahí comenzaría a cosechar triunfos en eventos nacionales
e internacionales.
“Me
coroné campeón en el ´90 de los torneos Nacional Playa Girón y los
internacionales Giraldo Córdova Cardín y Batalla de Carabobo realizado en
Venezuela. También alcancé medalla de oro en la Copa CEN en Cienfuegos, en la cual fui seleccionado el atleta más
técnico de la competencia y en el Torneo.
“Durante
esa época me enfrenté a varias figuras reconocidas de la disciplina como Restituto
Monteagudo, Nerlan Machado, Manuel Mantilla, Daniel Regalado, Adalberto
Regalado, Maicro Romero, Lorenzo Aragón Armenteros, Raúl González, Pedro
Orlando Reyes, Orlando Asensio, Rogelio Marcelo y obtuve victorias frente
algunas de ellas”.
Reconocido
como uno de los atletas con más participaciones en el Playa Girón (19), Fermín
no pudo participar en el Mundial de la Habana (….) por una lesión en la
cintura.
Entre
decepciones volvió a su terruño natal, donde se mantuvo activo y participando
en eventos locales en esta y otras provincias.
Estando
activo estuvo en un Torneo por equipos donde efectuó 19 combates sin perder
ninguno, además en sus años como boxeador nunca fue noqueado y solo puso las
rodillas sobre la lona tres veces.
Comenzó
su labor como entrenador en 2003, en el consejo popular de la CEN dedicándose a
las categorías escolares.
“Disfruta
enseñando a los niños mayores de nueve años. Varios han alcanzado resultado
satisfactorio en competencias provinciales y locales. Además de encaminarlos en
el boxeo también salgo con ellos a divertirnos y a hacer otras cosas propias de
su edad”.
Pero
es sin dudas Robeisis Ramírez, la mayor satisfacción de Fermín, tal vez porque como
él, desde niño, este jovencito prometía grandes cosas.
“Desde que lo vi sabía que Robeisis iba a ser
grande. Cuando su maestra Mirtha me llamó y lo capté, tenía plena confianza en
sus triunfos futuros. Al principio se me escapaba para el fútbol y la pelota,
pero poco a poco le fui inculcando ese amor por el boxeo, hasta que pasó al
equipo nacional”.
“Creo
que es un excelente atleta y siempre aplicó los consejos que le daba. Con mi
propia experiencia le inculcaba que siempre saliera decidido al combate y que
fuera él quien diera primero. La combatividad es muy importante en este
deporte… y cubrirse mucho”.
Dedicado
por más de diez años a la captación y entrenamiento de jovencitos, no son los
resultados de sus alumnos lo más relevante, sino la constancia y el trabajo logrado
con ellos.
Tal
vez el propio Robeisis necesite otra vez algunos de los consejos de su primer
entrenador para alcanzar el título mundial que le falta en su palmarés.
Allí
estará entonces Fermín, conforme con vivir “medio albergado” en la CEN mientras
pueda entrenar niños y ayudarlos en su camino al triunfo, aunque eso signifique
también dejarlos ir.
Ahí
radica el mérito de este atleta/entrenador. Ni sus sueños incumplidos, ni el
crédito de otros por los resultados de quienes descubrió empañan su trayectoria.
No vive Fermín a la sombra de nadie, brilla todavía, con su propia luz.
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