Conocí de sus “aventuras artísticas” mucho antes de saber su
verdadera profesión. No imaginé entonces que almacenara en sus más de seis
décadas un arsenal de reconocimientos médicos, deportivos y hasta musicales.
Conversar con el estomatólogo Fernando Hernández Valero, es
siempre una ocasión única. Lo mismo te da una consulta de periodontología que
te habla del primer periodista presidente de la República de Cuba: Manuel
Márquez Sterlin, quien por cierto solo duró solo seis horas en el cargo.
Natural de Cabaiguán en Sancti
Spíritus, este cienfueguero por adopción se graduó en 1976 en la Facultad
de Estomatología de La Habana y comenzó sus primeros años en un hospital
rural.
“Cuando me gradué me ubicaron en Trinidad, y luego me
trasladaron para el Hospital San Blas en la Sierrita,
que pasó ese año a pertenecer a Cienfuegos, tras la división
político administrativa”.
“Estuve un año trabajando y regresé a la capital a estudiar
la especialidad de Periodoncia durante tres años, graduándome en 1980”.
Al inaugurarse la clínica estomatológica en Cienfuegos, “el
doctor Fernando”, -como también le conocen-, pasa a trabajar como jefe de
servicios de periodoncia en esa institución, cargo en el que se mantiene hasta
hoy.
“Me encanta mi profesión, aunque también la enseñanza. Fui
fundador de la docencia estomatológica en el territorio, la cual ejercí durante
más de 20 años”.
En 2007 Fernando
cumplió misión internacionalista en el distrito federal de Caracas, allí se
sentía resguardado por su “familia espirituana”.
“Cuando llegué a Venezuela,
me sentía un poco nostálgico. Una de las trabajadoras del Complejo Diagnóstico Integral
Ludovico Silva, quien era auxiliar en mi consulta, se llamaba Hortensia, al
igual que mi madre, y la parroquia del lugar era de Santa Rosalía, nombre que llevaba mi
bisabuela. Por eso siempre creí que me
estaba cuidando mi familia”.
En los cerros de la
capital bolivariana, Fernando también atendió a los venezolanos. Por sus méritos
al regresar a Cuba le fue entregada la medalla internacionalista.
Otra vez en su patria
cienfueguera, no pudo mantenerse únicamente cerca del sillón estomatológico.
Primero como pitcher,
y ahora como director del equipo correspondiente a los trabajadores de la
salud, el softball ocupa también un espacio importante en su horario.
“Me gusta mucho ese
deporte. Hace años forma parte de mi entrenamiento físico”, y seguramente ese constante
ejercicio ha posibilitado que nadie que lo conozca por primera vez sea capaz de
adivinar su edad.
Sin embargo no quedan en los deportes las otras pasiones de
Fernando. También fungió como sonidista hace muchos años, porque si algo le
gusta es ser anfitrión y seleccionar él la música de las fiestas.
“Hace años apoyaba en
las presentaciones de la Compañía
de Baile Flamenco de Joel Zamora. Incluso los asistí en varios de sus
espectáculos por otras provincias del país”.
Con la elocuencia que lo caracteriza, cual si fuera un
conocedor de las estrategias comunicativas, varios programas de la radio y
televisión locales han contado con su presencia para hablar de educación bucal.
Jaranero, bailador y entusiasta, este médico fue expositor
de las Brigadas
Técnicas Juveniles, vanguardia nacional de la Asociación
Nacional de Innovadores y Racionalizadores y ostenta la medalla por el
aniversario 25 del Trabajador de la
Salud.
Cuando le hago una
última pregunta sobre salud dental, me corrige: “No es solo cuidar los dientes.
La boca es como un todo en la cual pueden influir incluso los cambios de ánimos
y el estrés”.
Y así es. La mejor
forma de evitar las enfermedades bucales es tener un cuerpo y mente sanos, lo
asegura Fernando Hernández Valero, quien tiene de músico, poeta, y sobre todo,
de estomatólogo.
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