Tengo en el corazón el tumba´o de la conga granmense, el ritmo de las palmadas del equipo contrario animando a sus jugadores. Tengo en el pecho una sensación que me acobarda, que me desesperanza, que me tumba.
No puedo con la presión de tener a mi equipo en una final. No caben dudas. Lo confieso, soy cobarde. No estoy hecha para estas tensiones. He rezado todos los Padre Nuestro y Avemaría de mil 500 biblias. He hecho mil 500 promesas a la Virgen, mil 500 velas. Le he hablado al televisor; he gastado el saldo de mi teléfono con mensajes sin palabras; he emplazado a un desconocido en la guagua; he dicho todas las palabras prohibidas por obscenas; he tomado tilo, clordiazepóxido, diazepan.
Ha acabado conmigo el Play Off. No sentía esta agonía desde el Primer Clásico Mundial. No me pesaba tanto un segundo lugar desde ese 2006. Yo soy una mujer de primeros o de ninguno. Así nos educaron en Cuba, así nos educaron mal.
No acepto la derrota, ninguna. Mucho menos cuando suena tan seguido, así, como el tumba´o de la conga granmense. Espero que en Las Tunas se detenga o si no se detendrá mi corazón.
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