Atrapar a Robeisy, es casi imposible. Típico de un muchacho de 22 años de edad, con dos oros olímpicos ya en su palmarés: no para en su casa durante las vacaciones.
Cuando él regresa a la Ciudad Electronuclear con una medalla al cuello, se arma la fiesta durante días, literalmente. Y cómo no disfrutar de su propio agasajo.
Cuenta su primer entrenador, Jorge Luis Fermín Rodríguez que Robeisy era «la candela en el aula», y por eso su maestra pensó en el boxeo para calmar un poco esa intranquilidad. «Desde que lo vi sabía que iba a ser grande. Al principio se me escapaba para el fútbol y la pelota, pero poco a poco le fui inculcando ese amor por el boxeo, hasta que pasó al equipo nacional».