Lo que no se
anuncia, no se vende. Así reza un viejo adagio eludido en medio siglo por la mayoría
de las empresas en Cuba. Sin embargo, la incorporación de cuentapropistas y
cooperativas no agropecuarias a las dinámicas de la economía nacional, hacen
necesaria la publicidad, a fin de propiciar la competencia y el éxito de los
negocios.
Con ese
propósito circula en el país desde el pasado mes de mayo la revista Ofertas,
publicación mensual de la
Agencia de Información Nacional (AIN) que, no obstante, todavía
desconocen en Cienfuegos varios de los trabajadores no estatales, según se
constató durante la indagación periodística.
Las expectativas
implican la posibilidad real de que los medios de comunicación abran puertas y
ventanas a los anuncios comerciales, aunque de manera informal no son pocas las
prácticas.
Beneficiosa,
perjudicial o contradictoria, la publicidad llama con fuerza. Ya es hora de
atenderle.
OPCIONES
“Nosotros hemos
realizado publicidad con algunas revistas, muy costosas y con escasa llegada a
la población, pues casi todas se dirigen a sedes diplomáticas y al turismo. O
sea, cuesta mucho y no vemos el resultado”, afirma Juan Carlos Figueredo
Ávalos, propietario del restaurante Bahía.
Cuba
Contemporánea y Excelencias Gourmet constituyen dos publicaciones de referencia,
pero su público potencial (extranjeros) no siempre coincide con la pretensión
de los pequeños negocios: atraer al consumidor local.
La promoción en
las páginas amarillas de la guía telefónica de Etecsa clasifica como la única opción
estatal reconocida por los cuentapropistas, si bien los retrasos en la salida
le restan méritos.
Ante este
panorama, proliferan las iniciativas particulares. Leonor Hurtado Santana,
copropietaria del salón de belleza D’ Leyras, cuenta que a los diez días de inaugurar
el local hizo “unas tarjetas para divulgar los servicios. Fue bueno, porque
enseguida la gente empezó a comentar”.
Por su parte,
Mei-Ling Hernández Gálvez, dueña de la cafetería Big Bang sostiene que “la
publicidad se encarece demasiado porque no existe una institución encargada del
asunto. Uno la hace de forma empírica, mediante volantes, tarjeticas o
aprovechando los espacios que nos ceden. Por ejemplo, en las ferias del Bulevar
repartimos las cartas a las personas y llevamos una muestra de los platos. Eso
nos ayudó bastante”.
La difusión de
audiovisuales en carros de alquiler o a través de memorias flash con el
itinerario de las mejores “paladares” del territorio, así como la apertura de
sitios web y páginas en Facebook al servicio de hostales cienfuegueros, aparecen
entre las alternativas que se gestan de modo “subterráneo”.
Tal desarrollo,
incipiente y anárquico, deriva de las mínimas oportunidades que dispone el
sector privado para la publicidad. Por esta razón, Julio César Águila Sánchez,
comunicador social y profesor universitario, considera necesario “poner al
alcance de los nuevos emprendedores las herramientas que les permitan
contribuir al contexto económico que se quiere”. Cómo hacerlo, sin ruidos y
discrepancias a la luz de nuestro sistema social, supone una disyuntiva.
ENFOQUES
Poco a poco se
viene abajo el antagonismo entre publicidad y socialismo. Jorge Luis Lanza
Caride, crítico de cine y medios audiovisuales, advierte que “es complejo,
porque siempre se asocian los anuncios comerciales al modelo capitalista. Ello
exige adaptarlos a un proyecto que busca ser sustentable, sin afectar los
pilares éticos”.
No se trata de
forzar el consumo irracional, sino de abrir una brecha a la rentabilidad. Para Yarek
Pérez Cárdenas, copropietario del restaurante Doña Nora, “lo ideal sería darnos
a conocer en la radio o en la televisión, porque hasta ahora dependemos de las
opiniones que las personas comparten sobre nuestros servicios. Así es difícil
llegar a la gente que vive distante de la ciudad o ignora la existencia del lugar”.
“Si no te
conocen, ni te visitan ni vendes. Y eso deviene fundamental para que fluya el
negocio”, apunta Figueredo Ávalos.
“Hace muchísima
falta, porque determina los ingresos que pudiéramos obtener. El que más se
anuncia, más vende, aunque no sea el mejor”, agrega Hernández Gálvez.
A esta altura, nadie
pone en duda la pertenencia de la publicidad, en tanto favorezca un consumo organizado, diverso,
enriquecido con la experiencia social del cubano y conforme a sus urgencias. Al
respecto, Águila Sánchez recomienda “fijar principios y políticas de
comunicación que sirvan de guía”.
Eduardo López
Bastida, profesor titular de la
Facultad de Economía en la Universidad de
Cienfuegos, aboga por la aplicación de un “marketing moderado y colectivo a cargo
de instituciones estatales, el cual será positivo mientras incite a la
competencia leal y se inserte en los marcos de nuestro socialismo”.
Lo cierto es que
hoy día parece imposible avanzar en la economía sin agarrar del brazo a la
comunicación. Asumir la publicidad dentro de los medios de difusión masiva en
el país, representa un desafío. Negarla resulta inadmisible.
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