Cuando publiqué la historia de Yaíma Jiménez, la primera mujer inseminada
artificialmente en Cienfuegos, cuya hija Alexa cumplió 4 años el 9 de diciembre
pasado, todo parecía una historia de cuento infantil.
Entonces
muchas mujeres cubanas retomaron el anhelo de tener un bebé, casi vencido por
el tiempo y los contratiempos.
Algunas me
escribieron a la dirección del periódico para pedir información, ayuda o incluso
para compartir sus deseos, esos que en apenas unos días volvieron a convertirse
en frustraciones.
Desde las
regiones central y occidental varias enviaron sus misivas. Unas porque sus
estudios de continuos años no arrojaban ninguna conclusión definitiva todavía y
les preocupaba el paso del tiempo; otras porque en los centros donde debían
atenderse por su posición geográfica, el vivir lejos de la institución era la
limitante para no ser aceptadas.