Tomado de su cuenta de Twitter |
Por Yulieski Gourriel comenzó a
gustarme la pelota en 2006. Aquella actuación suya y del equipo Cuba en el
primer clásico mundial, -segundo lugar que algunos dicen nos engañó,
particularmente discrepo, pero qué se yo de pelota-, me apasionó de a lleno en
este deporte de jonrones y ponches.
Al Yuli lo conocí unos días después
de regresar de San Juan, justo en la reanudación de la Serie.
El tal vez más
odiado/envidiado/querido/admirado por la fanaticada cubana, no me pareció,
aquel día, ni por un momento un muchacho arrogante, sino más bien consecuente,
todo el tiempo, con el peso de su apellido.
Pasaron los años, aumentaron las
glorias, y su actitud nunca cambió. Todavía no entiendo por qué algunos lo
odiaban, más allá de aquellas jugadas o ponches que en algún momento,
definieron un partido en área internacional, que luego con su accionar en otros
las borraba.