Eduardo Campos Reid, no es un músico común. Criado
en un ambiente colmado de buenas melodías, supo desde pequeño que dedicaría su
vida al arte de las semifusas y corcheas, aunque no precisamente en el
contrabajo.
Tal vez por herencia maternal, y con el constante
apoyo de sus padres y hermano, desde los primeros acordes ya su historia
vislumbraba diferente.