Hace algunos días, supe de dos
jóvenes que decidieron separarse de las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas,
y entonces recordé lo que sentí cuando comenzaron a hacerme el proceso.
Soy militante desde 9no grado y la
captación que hicieron en la secundaria, nos llenó a todos de un orgullo,
inusual en adolescentes de apenas 14 años. Recuerdo que una de mis amigas no
pudo entrar a las filas y a veces se sentía excluida del grupo. Era una
condición que nos hacía diferente del resto de los estudiantes.
Sin embargo, en el pre, tuve
compañeros que no se sentían “capacitados” cuando se les propuso. Era la excusa
de moda en aquellos tiempos, y en estos también.
Por eso, siempre creí que
presionarlos, o intentar enamorarlos con “posibles ventajas futuras” no era necesario,
pues “la juventud” (así se le dice en Cuba a la UJC) es una organización de vanguardia que no obliga a nadie a pertenecer
a ella, al contrario, selecciona a sus militantes.
Símbolo de la UJC |
Y así mismo, aunque pocos, los he
conocido totalmente contrarios, militantes que son buenos en la escuela, que
asisten a las reuniones, que hacen intervenciones enérgicas y que hoy viven en
el extranjero.
En lo particular, los prefiero
rebeldes, preguntándose cosas, exigiendo respuestas, sin dejarse convencer con
argumentos fuera de contexto o sin el mínimo sentido común. Saliendo al paso
cuando alguien dice que la juventud está perdida.
Conozco casos de muchachos que
han aceptado el carné por miedo a perder una carrera u otras banalidades, pero esos
miedos no surgen de la nada, los crea el propio hombre y a la larga
desacreditan a la organización.
Así como, a veces los que nos
representan no han sido fieles delegados de nuestros intereses, ni han sabido
responder nuestras preguntas, o han actuado, en algunos casos, de la manera más
indigna que se pueda imaginar.
Es cierto que se ha errado
algunas veces, pero ese es un problema subjetivo, no de la Unión de Jóvenes Comunistas
y mucho menos de la
Revolución Cubana. Lo vital es evitar que otros cometan esos errores
nuevamente, pero por nada del mundo debemos volvernos escépticos e
indiferentes.
Los verdaderos revolucionarios
creen también en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud, justo
como Martí.
Es por ello que la UJC en su 9no Congreso, se
planteó metas que eviten estos y otros desaciertos.
Hay quienes piensan que la
juventud es solo para reuniones y trabajos voluntarios, o que prima la cantidad
por encima de la calidad, pero las causas de esa imagen debemos buscarlas en la
propia base, o en la forma o mala forma en que funcionamos dentro del propio comité.
Por nada debemos permitir que los
jóvenes con condiciones reales para integrarla, no vean en ella un movimiento
de vanguardia y mucho menos que los que aún se mantienen incólumes en las
filas, pierdan, por la actitud de algunos inconstantes, la confianza y la
credibilidad de la organización.
La Unión de Jóvenes Comunistas,
va a la vanguardia de la juventud cubana desde hace ya medio siglo porque reúne
jóvenes alegres y profundos, que creen en la grandeza de estos 50 años. Jóvenes
consecuentes con el momento que viven y las condiciones reales de su
existencia.
Y si alguien quiere entregar el carné
y no pertenecer más a las filas, me alegro que sea lo suficientemente sincero
como para reconocer que no tiene lo que se necesita, que no es un joven de los
que hacen falta en estos tiempos.
Lo bueno es militar en las filas
de nuestras convicciones, que a la larga son también las filas de la vida. En
Cuba hay “juventud” para rato, de eso, no caben dudas.
Aquí les dejo algunos videos de la UJC y de su solidaridad con otros países
Aquí les dejo algunos videos de la UJC y de su solidaridad con otros países
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