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viernes, 12 de julio de 2013

Carmina, una fotógrafa para la eternidad (+ Audio y Galería)

" Para Bob, por la oportunidad, por la fotografía"
 Puede no estar lúcida para muchas cosas, pero para la fotografía aún guarda Carmina Máxima Delgado Rodríguez los mejores espacios de su memoria.

 A sus 92 años esa mujer, que conoce de lentes y cámaras desde muy pequeña, es la autora de casi todas las fotos que entre la década del 40 y el 90 del siglo pasado, se hicieron las familias del municipio de Cruces en Cienfuegos.
  Aunque no sabe de su importancia, Carmina fue una de las féminas que trascendieron en su tiempo por atreverse a realizar un oficio vinculado tradicionalmente, en aquella época, a los hombres.
 Cuando aún posaba para las imágenes que tomaba su padre Alberto Delgado y de la Rosa, no imaginó que sería ella la que continuaría con el negocio familiar.

Niña Carmina
“Empecé en 1938 a los 16 años. Mi hermana se había casado y comencé a trabajar en la casa. Mi papá era muy meticuloso y exigente, incluso a veces me hacía llorar. Él me enseñó a usar el laboratorio, pintar, retocar y arreglar las fotos”.
 Aunque su progenitor le había explicado los asuntos relacionados con la técnica, Carmina, aprendió observándolo, cómo colocar las poses y aprovechar los espacios y la luz natural.
 Años más tarde, Alberto comprendió que su hija menor había nacido para eso.
“Solo se relajó un poco cuando vio cómo me desenvolvía en el estudio y en el laboratorio. Me envió a trabajar con una familia que se dedicaba a ese oficio en La Habana. Allí aprendí a colorear las imágenes. A penas tenía 20 años”.
“Siempre repetía que colorear no es lo mismo que pintar, no se puede perder el detalle de las luces para que la imagen parezca lo más natural posible”.
“También retocaba las fotos y quitaba la papada con mucho cuidado con una cuchilla o bisturí. Había que tener buen pulso para no dañar el negativo, por eso mi papá no me dejaba hacer ninguna de las labores del hogar que requiriera mucha fuerza”.
De pequeña, tomada por su padre
 Aunque tuvo varios tipos de cámara, recuerda con agrado un lente de fabricación alemana, cuyo efecto gustaba mucho a algunos clientes.
“Hacía retratos con difusión y le daba un toque artístico a la imagen. Sin embargo había que adecuarlo al gusto del fotografiado, porque había a quien no le gustaba así”.
 Años más tarde Carmina dejó la tranquilidad de su estudio, para hacer trabajos fuera del hogar.
“Comencé el servicio de calle para hacer fotos en bodas, cumpleaños y otras fiestas. Iba con una cámara más pequeña para facilitar mi trabajo. Aquella era muy buena, porque a pesar de lo que piensan muchos, no siempre lo más grande es mejor”.
 Por esa época no eran conocidas muchas mujeres fotógrafas. Sin saberlo, la pasión que puso al oficio, le permitió enaltecer el orgullo femenino y su emancipación.
En la actulidad
“Que recuerde era yo la única dedicada esa profesión al menos en esta parte del país. En 1937 había una fotógrafa alemana en la capital, cuyo nombre no recuerdo, que aunque nunca la conocí, me enseñó varias cosas a través de su trabajo”.
“Me hubiera gustado estudiar, o pasar algún curso, pero no pudo ser, aunque me satisfizo mucho la gran clientela que tenía, y no es que fuera yo la única por aquí”.
“Siempre aconsejaba a quienes no eran muy bonitos para que salieran bien en las fotos. Les sugería una pose, un peinado, un gesto”.
“Tenía mis modelos favoritos, personas que no eran lindas, pero tenían rasgos faciales muy atrayentes. Aunque prefería retratar niños, hasta llorando los retrataba”.
Durante siete décadas Carmina se dedicó a capturar imágenes, hasta que un buen día decidió no hacerlo más.
Carmina, una mujer hermosa
“Mi último trabajo de servicio a la calle fue a los 75 años. Ese día dije, no salgo más a la calle porque la gente se va a quejar de mi vejez”.
Así se despidió de la fotografía, aunque aún muchas personas preservan sus imágenes, las cuales se conservan con la misma calidad.
“Todavía la gente me ve en la calle y me dice, Carmina, tú me retrataste en mis quince o mi boda, y las fotos están igualitas”.

Aunque ya no le gusta ser fotografiada, por las arrugas que inevitablemente deja su casi siglo de vida, Carmina conserva la vanidad y porte de una mujer elegante y distinguida.
Carmina durante su juventud
 No importa que su escasez de visión no le permita mirar a través del lente, ni sus manos sostengan con firmeza la cámara, ella sabe que capturó, desde hace mucho tiempo, imágenes para la eternidad.

Carmina durante su juventd
Hermosa foto tomada por Carmina
Adoraba fotografiar a los niños








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