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jueves, 18 de abril de 2013

Venezuela y Cuba rodilla en tierra por la América

 “Ahora más que nunca estamos con Chávez y con Fidel” concluyó mi hermana su mensaje a mi mamá esta semana que concluyó.
Mi hermana Kenia no solo me legó el gusto por la declamación, sino además esa sicología política cuyo término aprendí luego en la universidad.
Crecí en una familia eternamente fidelista y revolucionaria y mis convicciones las llevo en la sangre como un leucocito más.
Debe ser por eso que el destino de la América Latina y más en particular de Venezuela no me es ajeno, pero… ¿es acaso ajeno para algún cubano el destino del pueblo de Bolívar?
Desde aquellos días que mi madre me recitaba de memoria los primeros párrafos de los Tres Héroes de José Martí, comenzó mi apego hacia esa gente. Luego Fidel y Hugo Chávez, -cuya muerte aún me estremece-, nos hermanaron para siempre.

Venezuela es también mi patria, por qué no. ¿No es acaso la América la patria grande de todos? Por eso no entiendo qué le sucede a los venezolanos.
Ocho personas inocentes murieron esta semana porque un grupito de fascistas no pudo aceptar que el pueblo eligiera al candidato que no apoyaron. No entiendo tampoco cómo casi un millón de habitantes de esa tierra suramericana, votaron por Capriles, cuando justo seis meses antes habían apostado todo a un Chávez que luchaba contra el cáncer.
No entiendo qué le pasa a una parte de Venezuela. Es como si la muerte del Comandante Presidente no hubiera servido para nada. Es como si su legado hubiera quedado en el Cuartel de la Montaña.
 Los recientes sucesos en ese país, me lastiman. Ese hermano pueblo que desde 2002 apoya la integraciónlatinoamericana, se desintegra. Y yo aquí, impotente por no poder hacer nada, ni votar por Maduro, ni callar a la oposición violenta, ni siquiera vestir un pulover con la imagen del Comandante Presidente.
 En su mismo interior varios billetes han descompuesto el alma. NO tengo palabras, solo algunas fotos que ilustran el dolor de la América antes estos acontecimientos; la rabia de quienes vimos a ese pueblo iluminando el mundo, y hoy vemos a una parte enfrentarse, golpear y asesinar a sus propios hermanos.
Por suerte los pobres, los desposeídos, los que comenzaron a crear su propio futuro desde 2002, y para fortuna los muchostambién, responden con música y “cohetazos” a la rabia de la oposición derechista, esos que celebran su mal llamada “victoria moral”.
 Por allá por esos parajes anda mi hermana, temerosa tal vez por el destino de la nación, pero rodilla en tierra, porque ha sido tan chavista como cubana. Dios me la proteja, y quiera además que los venezolanos agradecidos, esos que sé abundan y superan a los “comprados”, permitan otra vez que vuelva la normalidad a ese país, para que mi ayita pueda seguir curando enfermos y dándoles esperanzas.
Soñamos con un futuro mejor para la América. Venezuela, para eso, contamos contigo.



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