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lunes, 6 de agosto de 2012

José Kmilo cambió la vida de todos: nos hace feliz


Verdad que es lindo?
José Kmilo ha sido un niño dichoso desde que se veía como apenas un frijol en su primer ultrasonido. Hasta la red social facebook llegaron esas imágenes que corrieron por el mundo la noticia de que nacería el primer varón de la familia Boza Ibarra, el niño que tanto habíamos esperado las tres hijas de Mirtha y Boza, que por una razón o cosas del destino no llega sino hasta ahora, cuando sus abuelos maternos alcanzan las seis décadas.

Pero José Kmilo es un niño dichoso. Tal vez no vivirá en la casa más lujosa de Las Tunas. Apenas un apartamento en el segundo piso frente a la línea del tren (tal vez haga como su tía que recién mudada se ponía a contar los tranvías y los anotaba en una libretica); una casa con problemas en las tuberías y otras cosas, será su hogar, pero eso sí, será un hogar lleno de amor, y eso es una dicha en estos tiempos.
 José Kmilo Plá Boza, que nació apenas hace unos días, el 29 de julio de 2012 a las 11 y tanto de la noche, igual que su madre Ara, será el niño más dichoso del planeta, porque nos tiene a nosotros, su familia, a los cuales presente a continuación:

Su madre, mi hermana mediana Ara, trataba de concebirlo desde hace casi un año, sabía que Kmilo, el sumi como le digo a mi cuñado cariñosamente, era el hombre indicado para tenerlo. Claro, los dos pasan ya los 30, y aunque la economía está por el piso, y la casa que construyen desde hace siglos aún carece de techos y ventanas, José Kmilo no iba a dejar de tener una casa, un hogar. Desde que supo la noticia mi hermana comenzó a soñar a su niño, y Kenia y yo nuestro sobrino, y mamá y papá a su primer nieto. 
Con su mamá
Ara dibujó los muñequitos más lindos para decorar el cuarto y quitó de las paredes todas las fotos y detalles que vi durante varios años aumentar en aquel pequeño espacio. Nunca la vi tan feliz, ni supe hasta ese momento de sus magníficas cualidades como dibujante. Y qué lindo le quedó el cuarto.

Kmilo, el padre, se notaba nervioso, ni en sus más fuertes torneos de ajedrez lo vi tan impaciente, aunque no lo notaran los que no lo conocen bien. Cada día llegaba cargado de comida para la gestante, tanto la engordó que después estaba por encima del peso normal, pero seguía linda.

Con su abuela materna
Mirtha, la abuela materna, después de tantos años volvió a coser a máquina. Luchó cada día contra los fuertes dolores en la espalda para coser las más bellas fundas para las almohadas, ropas para la embarazada y cualquier cosa que a mi hermana se le ocurriera. No quería que nadie se lo hiciera quería hacerlo ella. El reposo de mi hermana la hizo sacar fuerzas de donde no había para hacerlo todo en la casa, y cumplir también con su trabajo, justo como hace una buena madre.

Boza, el abuelo materno, por su parte, estoy segura que pasaba los días en vela al otro lado del mundo. Sé que soñaba con las cosas que le contaría y enseñaría al nieto, ese varón que siempre quiso y que nunca pudo tener. Se aventuró a comprar ropas, zapatos, juguetes, cosas que quizás no le sirvan cuando llegue a Cuba, pero que se han comprado con todo el amor del mundo. Ya lo imagino pensando allá a miles de kilómetros  cómo lo cargará en sus hombros durante un desfile por el primero del mayo, o le enseñará a montar bicicleta primero y después hasta manejar.

Su cuarto
Kenia, mi hermana mayor, por su parte se lamentaba por estar lejos justo cuando más necesitábamos de sus contactos médicos y sus buenas amistades, que aún estando ausente nunca le fallaron. Desde la lejanía no faltaba un correo lleno de indicaciones sobré como tratar la embarazada, que debía y que no debía hacer y como debíamos proceder. También sus primeras compras fueron para el niño, que justo como el short que le compró será el consentido de la familia, y además el hijo que Dios, la vida o el destino no le dio.

Con un día de nacido
Y yo, yo he sido testigo a medias de cada acontecimiento. Cada festejo lo he vivido como mi hermana mayor y mi padre, desde una foto o un correo electrónico. A pesar de ir unas pocas veces a Las Tunas este año, quisiera haber podido estar más ahí cuando me han necesitado, pero la distancia y el trabajo me lo han impedido, aunque sé que no tengo excusa. Para colmo viajar a Las Tunas es más difícil que  ir a China, y aunque mis viajes en “botella”, han sido afortunados hasta el momento, es una preocupación por la que no me gusta hacer pasar a los míos. Yo soy feliz, justo como mi familia, aunque siento unas ganas inmensas de llorar porque si normalmente los necesito cada día, imagínese ahora que tengo otra razón para estar cerca, otra razón que no quiero perder, ya veremos cómo lo conjugo todo, si es que acaso se puede.

Este pequeñín me ha hecho feliz
Por eso José Kmilo Plá Boza, mi sobrino de apenas una semana y un día de nacido, será un niño dichoso. Kenia será la tía de los dulces y la comida rica; yo seré la de los viajes a Cienfuegos en las vacaciones; su abuela materna Yánika será quien le haga los flanes de sus cumpleaños o cualquier otro día; su abuelo Regal será el que le hable de Historia de Cuba;  su otra abuela Mirtha le enseñará a ser bueno y comprensivo; su abuelo Boza le enseñará a manejar y a jugar todos los deportes; Kmilo le enseñará ajedrez y lo ayudará a estudiar matemáticas y Ara lo hará el niño más feliz de todos, y no faltarán los amigos, vecinos y demás familiares que lo harán feliz, porque José Kmilo nos ha cambiado la vida para bien y para siempre.










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