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miércoles, 31 de enero de 2018

Las Tunas: si no somos campeones ¿qué nos queda? (+ Videos)



El sabor del segundo lugar es agridulce. Agridulces son los sueños que casi se tocan. Ese de ser campeones nacionales y llegar a la cima, tras una carrera desbocada, por primera vez.
Los Leñadores de Las Tunas fueron segundos y lo fuimos nosotros que los seguimos. Durante la final Granma jugó mejor, no hay dudas, por eso ganaron. La vida, pocas veces como esta, es justa.

  Antes del Play Off, de reojo, miraba siempre los resultados, atenta, pero sin expectativas. Una se acostumbra a lo irrelevante, cuando se hace común. Y entonces te sorprenden.

De a poco, de abajo, como quien no tiene nada que perder, los Leñadores se crecieron, y con ellos crecimos nosotros. Para un tunero andante oír nombrar su tierra, sin ligarlo a pobreza, regionalismo o intrascendencia, es puro regocijo. Las Tunas olía y sabía a triunfo, a constancia, a fe… y era por la pelota.
Nadie que ame tanto a ese balconcito, quisiera perderse su momento de gloria. Quizás el único en mucho tiempo, tal vez el primero de muchos. Por eso yo volví en un viaje fugaz, porque la alegría de mi gente no se puede vivir desde la distancia. Y toda la alegría del mundo cabe en el estadio Julio Antonio Mella.
Pero ni la WIFI, ni los partidos en vivo por Facebook y Youtube, ni las narraciones de radio en audio real en Internet, laten como lo hace un corazón en el estadio de Las Tunas. Se vive la ronquera de gritar los nombres de tus héroes; la adrenalina tras cada out; el vendedor que pierde ganancias porque está concentrado en el terreno; la mujer con cáncer que suma una alegría en tanta desesperanza; el muchacho que voló de Milán, o la que estuvo 10 horas en una guagua; el cartel con faltas de ortografía que mantuvo despierto a varios durante toda la madrugada y por vergüenza no se exhibe; las adolescentes lindas que se maquillan números en el rostro; y tu invalorable satisfacción de tener los pies en una grada, y mirar adelante, y reconocer cómo ha cambiado tu ciudad. Y todo gracias a los peloteros!!!






La gente volvió a aprenderse de memoria los nombres de los atletas.









Y en las redes se vivió otro estadio tan ardiente como el “Mella”.  Facebook y Twitter movilizaron a quienes estaban lejos. Había presión virtual y presión verdadera. Muchos sacrificaron horas de descanso por seguir cada juego, frustrados por no tener acceso a la señal en vivo, tristes por perderse este momento de gloria, pero cada uno con un orgullo que no cabe a estas horas en el corazón. Al cruzar el Atlántico, al otro lado del Caribe, de todas partes llegaron mensajes de aliento, incluso de exjugadores de Las Tunas, los mismos que no se han ido, aunque ya no están.  


Maldecí la excesiva confianza de Pablo Civil quien casi no hizo cambios al line up. Bendita confianza de creer en tu gente, hasta las últimas consecuencias. Esa es la mejor forma de liderar, aunque no ganes un campeonato.



Y fueron los Leñadores los culpables de tanta algarabía, de tanta contentura. Ojalá estás alegrías fueran más constantes, ojalá no desaparezcan.
En toda la Isla muchos también tomaron partido por ellos. Gente que nunca ha viajado a Oriente, que no conoce sino Las Tunas por las imágenes de estos días, asumieron con orgullo su preferencia… y Las Tunas no falló. 
Es cierto que fuimos segundos, pero tras la rabia, frustración, lágrimas y resignación del séptimo partido; tras las emociones asentadas, no hay decepción.
No somos campeones, aunque algunos se empeñen en asumir el término por  puro sentimentalismo. No somos campeones y es bueno recordarlo. Debe ser esa la meta, ahora ya no tan lejos.  No volveré a conformarme con un segundo lugar y espero que ellos tampoco.
Lo que hicieron: la alegría de una grada repleta, de un corazón agigantado, de un orgullo creciendo otra vez, no puede compararse, con ningún campeonato. Gracias.


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