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miércoles, 30 de noviembre de 2016

El nuestro, es un dolor esperanzado

 A mi sobrino José Kmilo, que un día también sentirá esta pérdida

El dolor de los jóvenes por la muerte de Fidel no es el mismo dolor que el de nuestros padres. Nuestro sentir no tiene tal carga de tristeza, porque no hay tristeza en la esperanza.
Nuestros padres se sienten huérfanos, nosotros, los más jóvenes, hemos perdido a un abuelo, de quien hablaremos siempre con orgullo, de quien contaremos en clases sus hazañas, de quien siempre tendremos algo que decir, incluso para reclamar a nuestros padres: Si abuelo estuviera vivo…

Lloré tarde a Fidel



A Kenia, porque mis lágrimas por Fidel también son tuyas. 
Porque si alguien me enseñó a amarlo, fuiste tú.

 Lloré tarde a Fidel. Así me sucedió cuando murió mi hermana Kenia: no fue hasta ese instante del cortejo fúnebre cuando pensé que no la vería más; no la escucharía más; no tendría más su ejemplo, su cuidado, su protección, la palabra precisa.
Así también me pasa con Fidel, tanto que no quiero llamar a mis padres: no quiero oírlos llorando, ni que me escuchen llorar.
Lloré tarde a Fidel. Una parte de mí se negaba a creerlo por más que lo confirmaran las imágenes en la TV, llamadas y mensajes de amigos, canciones en la radio, banderas y fotos colgadas en los balcones de mi barrio.
Esta mañana puse un girasol frente a su foto, le lancé un beso y al pensar que no podría físicamente recibirlo, ni mis brazos envolver su cuerpo, no pude contener las lágrimas.

lunes, 28 de noviembre de 2016

No voy a mentir sobre Fidel



No voy a mentirles: no lloré por la muerte de Fidel, ni una sola lágrima. Supe la noticia tarde, pero no fue como si nada. No se me hizo un nudo en la garganta, ni me conmoví con alguna canción.
Los palos duros de la vida me han enseñado a no llorar ante la pérdida de un ser querido, a asumir las malas noticias con mayor fortaleza, que no significa menor sensibilidad.
No lloré la muerte de Fidel, pero se me erizó el cuerpo este sábado, muchas veces. “Sicología política”, diría mi profesora Flor. Imaginé a mi madre llorando su muerte, y a mi padre, por primera vez, sin mucho que decir.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Esta historia no es sobre nepotismo



Esta historia podrá parecer rara, pero una no pueda ignorar los eventos, las personas, las anécdotas, cuando las tiene justo en frente de la cara.
A Miguel Antonio Suárez Verges lo conozco muy bien desde hace varios años. En la mañana de este sábado 26 de noviembre, cuando supo de la muerte de Fidel por un sms de su hermano Rafael Ernesto se lamentó de haber dejado en silencio el celular, de no haber conocido la noticia justo cuando en la media noche Raúl la daba a conocer al pueblo.