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miércoles, 13 de agosto de 2014

La verdadera historia de Fidel y Raúl


  Pareciera un capricho del destino, de esos que la gente acepta, pero en el fondo no comprende. ¡La vida, que se empeña en las coincidencias, para dejarnos boquiabiertos!
  Cuando conocí de su amistad en la Universidad de Camagüey, descubrí que la carrera y el segundo nombre eran pocas de sus muchas cosas en común. En esa casa de altos estudios ¿quién no conocía a Fidel y Raúl, los estudiantes de periodismo?
  Al primero, cuya madre tenía fecha de parto para el 26 de julio pero se atrasó dos días, el padre le puso así por el líder de la Revolución; al otro -que para más casualidad nació un 13 de agosto-, los abuelos maternos querían llamarlo también como el Comandante en Jefe, pero pesó más la tradición del padre y abuelo nombrados Raúl (casualmente igual al hermano menor de los Castro Ruz). Entonces para el segundo escogieron Alejandro, que era el seudónimo de Fidel. Al final todos felices.

 Amistad como la suya se ve poco, entre broncas por equipos de fútbol diferentes (solo en mundiales porque ambos siguen el Barza); puntos de vistas opuestos “cual matrimonio mal llevao”, como suelen decirle los más cercanos; y hasta si uno baila y el otro fuma, esos dos veinteañeros pueden recordarle a cualquiera la historia de los dos hermanos que han llevado sobre sus hombros esta Revolución.
  Irreverente y rebelde uno, mesurado y analítico el otro, pero siempre consecuentes, en ambos se descubren coincidencias, aunque no tengan ni si quiera el mismo tamaño, o color de la piel.
  “La vida tienes esas cosas raras. No podíamos ser más distintos y somos mejores amigos”, afirma Fide, como le dicen cariñosamente. “Fácilmente podríamos decir que somos como hermanos, lo único que no compartimos son las mujeres”.
 Entre las pocas anécdotas amargas que le han traído sus nombres, Raúl recuerda aquella tarde de softbol cuando a ambos se le cayó la pelota y fue imposible sacar un dobleplay y perdieron el juego.

 “Entonces un compañero del equipo gritó: ¡Del carajo, Fidel y Raúl fueron los que embarcaron esto! y comenzamos a protestar. Entonces las personas que estaban por allí pusieron cara seria y tuvimos que explicar lo que había sucedido”.
  Asimismo ambos fueron dirigentes de la FEU en la universidad y a la gente le parecía un poco raro mencionarlos en la misma oración. Pero fueron de los buenos, por eso nombrarlos juntos nunca hubiera sido irrespetuoso.
 Rebeldes, sí cada uno a su forma, aunque de maneras distintas defiendan lo mismo. Apasionados por las causas que creen justas, esas con las que son consecuentes hasta el final.
 Amigos siempre, porque ese sentimiento “es una especie de vitamina de rescate para no naufragar en la cotidianidad, en los problemas diarios, es el salbutamol del asmático, la PC para el informático y la pelota de fútbol para Neymar”, ninguna mejor definición que esta de Fidel.
  Dos “compinches” capaces de hacer historia como los dos hermanos, coexistiendo los cuatro en el mismo paralelo, tiempo y latitud. Esa es la responsabilidad y el compromiso, de ser amigos, andar juntos y llamarse Fidel y Raúl.

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