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miércoles, 13 de agosto de 2014

Fidel y yo en el mismo tiempo, en la misma Isla (+Fotos poco conocidas)


    Yo nunca pude conocer a Fidel. A esta altura no creo que lo haga, y no precisamente porque crea que morirá pronto (una verdad que cada día se hace más real), sino porque ya acepté que la vida no nos juntará nunca en el mismo lugar.
  Cuando niña, en los días del Congreso de la OPJM, envidié para bien aquella pionera que le dio un abrazo, o le anudó al cuello su pañoleta. Hasta deseaba el paso de los ciclones, solo para verlo llegar, bajarse del jeep y conversar con la gente del barrio. Deseos infantiles que por suerte, no se hicieron realidad, -lo digo por los ciclones, por supuesto.

  Imagino que de haberlo conocido hubiera tenido que subir la vista para verlo, porque es definitivamente un hombre grande y no solo por su estatura. Me gustaría me preguntara que pienso sinceramente del futuro del país, la juventud, mis padres y por supuesto que me contara de aquellos días con Haydée.
  Yo nunca lo vi como un padre, porque la diferencia de edad con el mío era demasiada, pero lo imaginé mi abuelo, esos que no pude disfrutar de pequeña, y pensaba entonces que él estaría ahí, para sentarme en sus piernas, contarme sus historias, hablarme de la lucha en la sierra, los días de baloncesto en el convento, la prisión en la Isla de pinos, los preparativos en México.
  La única vez que lo recuerdo cerca, fue un acto en la Plaza Vicente García de Las Tunas, no recuerdo si era un 26 de julio o un primero de mayo. Lo vi muy lejos, casi inalcanzable.
  Todavía lo veo así, porque sé que no podré nunca darle un abrazo, sin embargo, soy muy feliz, de saber que vivimos los dos en el mismo tiempo, en la misma Isla.


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