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miércoles, 21 de marzo de 2012

Marcial Gala Olivera: más allá de un premio (+Video)


 Marcial Gala Olivera no aparenta ser excelente escritor. Su naturalidad, modestia y pocas palabras, pueden hacerlo pasar inadvertido entre los transeúntes, pero no así en la literatura cubana contemporánea.
   Varios premios distinguen su curriculo, pero sin dudas, sus cuentos, novelas o poemas, atrapan al lector desde que sostiene por primera vez el libro en la mano.
 Recientemente resultó galardonado con el premio Alejo Carpentier por su novela La catedral de los negros, pero no fue este género el que lo inició en los caminos literarios.

  “A principios de los 90 participé en un encuentro de literatura por primera vez y fui premio nacional en el género cuento, y al tener esta suerte me incliné más hacia la prosa.
Junto a Alberto Vega (decimista)
  "Sin embargo me sentía más atraído por la poesía, cuya lírica me fascina, es mágica, especial y como era joven, el poco tiempo que tenía para escribir lo utilizaba en hacer poemas”.
  Sí, porque el joven Marcial pasaba gran parte del día haciendo ejercicios.
  “Practicaba deportes y en todos fui malo: pesas, fútbol, polo acuático, remo y paracaidismo. Hasta hace algún tiempo practicaba atletismo y corría diariamente, pero ahora solo salto suiza en la casa”, confiesa entre risas.
  Como todo buen escritor, leía mucho en sus ratos libres, pero el horario de deportes era sagrado.
  “En los años 80 leía mucho. No escribía, pero sospechaba que podría acercarme a la literatura. Además, no leía libros infantiles sino para adultos, desde novelas rusas como La guerra y la paz, Crimen y castigo, hasta las obras francesas del siglo XIX”.
 Luego se aventuraría en otros destinos para nada literarios.
  “Mis caminos en el arte son algo raros, yo estaba inclinado a las Artes Plásticas, al dibujo, tuve incluso cierta tendencia hacia las Ciencias Exactas. Me gradué de Arquitectura en la Universidad Central de Las Villas Martha Abreu”.
  Cuando al fin empezó a escribir lo aprendido en la carrera le ayudó en sus manuscritos. 
Portada de Sentada...
  “La literatura al igual que la arquitectura, tiene dos dimensiones y para el narrador de ficción también es importante el espacio. Aunque el argumento no sea cierto la historia debe hacerse en base a realidades. El lector es capaz de sentir cuándo la obra no transcurre en espacio real”.
  ¿Y cuánto de real y ficticio hay en sus obras?
  “El 99 por ciento de todo es ficticio, pero a la obra siempre hay que darle una apoyatura real. Matizarla con rasgos verdaderos. Pepe Cartulina, por ejemplo, es el personaje que he usado en varias historias, y es mera coincidencia solo porque me gustó como sonaba, pero llega a ser cierto. Es eso realmente lo que admiro más de los escritores: la capacidad de crear mundos ficticios que se parezcan al real”.
  Aunque ha incursionado en varios géneros, se siente más cómo con la novela porque en ella puede incluirlos a todos. “Me gusta crear personajes y puedo trabajar los otros géneros, es proceso difícil, porque exige mucho tiempo, recursos y sacrificios, además, puedes escribirlas en meses, semanas y hasta años, pero al final uno se adecua a las circunstancias y trata de hacer lo mejor. Mis novelas por lo general no son ni cortas ni largas, aunque Monasterio fue la excepción, tenía más de 300 páginas".
  Hablemos entonces de la novela premiada, La catedral de los negros.
  "La imagen sobre la catedral la tuve hace varios años. Yo vivía en el poblado de la Ciudad Electronuclear en Cienfuegos, y una amiga me contó la historia un crimen violento que sucedió. Me pareció que era idea sólida, se fue sedimentando y dio paso al libro".  
Entrega del Premio Alejo Carpentier
   El premio no lo esperaba, así lo confesó cuando le fue entregado en la sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña en La Habana, con motivo de la 21 Feria Internacional del Libro.
  Actualmente se encuentra escribiendo otro nuevo texto que lo devuelve a sus primeras creaciones.
  “Estoy haciendo otro libro de cuentos titulado Enemigo de los Ángeles II. Es la vuelta a lo fantástico, texto en el cual me adentro en los temas medievales, fantasma-góticos, los cuales me gustan mucho. Creo que va ser entretenido”.
  En la noche de los últimos miércoles del mes, Marcial no escribe. Ese día, en los jardines de la filial de la UNEAC en Cienfuegos, se reúne con amigos y otros interesados, para integrar la peña "El relajo con orden".
  “Varias personas llegan y me preguntan dónde está el relajo. Le llamamos así porque proyectamos películas atrevidas que en otros lugares no se pueden ver. Es una peña narrativa y cinematográfica. Ya nos han acompañado invitados de otras provincias como Alberto Garrandés. Pretendemos hacer de Cienfuegos plaza sólida en el campo de la literatura y la cinematografía".  
  Antes de concluir confesó cuál es para él, el mejor horario para escribir.
  "Me gustaría escribir por las mañanas, pero lo hago en la madrugada, aunque eso requiere muchísimo café (confiesa entre risas). Hay que buscar las horas más lúcidas para crear".
 Con más de una veintena de publicaciones en Cuba y el extranjero, Marcial Gala es ya un escritor consagrado en las letras cubanas. Desde sus cuentos, poemas y novelas, ampliamente reconocidos en varios certámenes literarios, nos lleva de la mano por el mundo fantástico-real, cuyo escenario es siempre Cienfuegos, esta ciudad al sur de Cuba, que no lo vio nacer, pero le abrió las puertas a la literatura. 

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