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viernes, 2 de noviembre de 2018

Mamá casi al final*



Mi pobre madre yace moribunda en una cama. Aun así debe ser de los pocos pacientes que esperan una ligera mejoría para recibir quimioterapia. A ella cada sesión, cada ciclo de citostático, la hizo feliz: le daba esperanza.Ahora ya su cuerpo no soporta esa fórmula química hecha para matar células, buenas o malas sin discriminación. Ahora su cuerpo no sostiene los vómitos, que vienen seguidos de cada comida —como mal augurio— que traen restos de comida putrefacta; y gotas de sangre; y un líquido amarillo, espeso, que nadie sabe explicarnos qué es, que tampoco nosotras queremos saber

“Borracha” del gravinol, mi madre se levanta varias veces para ir al baño. Nunca pide ayuda. No quiere luces encendidas que molesten el sueño de otros. Con los ojos casi cerrados por el dopaje medicamentoso recorre el camino hasta la tasa. Nunca despierta a nadie. Ni siquiera cuando debe agarrarse de las paredes para que el sueño y el limbo no la venza.
Mi madre es una mujer que aun inconscientemente o dormida, lucha por su vida. La piel flácida ya le cuelga de sus brazos, los mismos que acurrucaron varios hermanos, tres hijas y un nieto. Jk dice que necesita pegamento, para poner la piel caída en su lugar. Los mismos brazos hasta ayer hacían la comida, lavaban la ropa a diario, sostenían las jabas pesadas del mercado, hoy apenas pueden sostener un vaso con agua: tiemblan, son torpes, pesan.
Los pies por el contrario, tienen más tamaño del normal, están hinchados. El edema ahoga sus articulaciones y músculos y duelen, incluso, cuando están reposo. Mamá los levanta, los mima, pero no tienen remedios sus piernas.
Dicen que es más consolador ver morir a alguien cuando el camino es lento, que uno puede hacer nuevas cosas, abrazarlo más, tener la oportunidad de decir: te quiero, de que muera feliz. La gente no sabe lo que dice. Una persona que va a morir como mi madre, y que además lo siente cada día más cerca, no morirá de otra forma que triste. Ella nunca quiso la muerte, mucho menos ahora. Y ahí está.  



*Debía haber escrito en pasado, porque mi madre ha muerto, pero no quise.

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