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jueves, 19 de noviembre de 2015

La riesgosa ruta cubana hacia Estados Unidos

Pachi nunca me dijo que se iba a Estados Unidos, mucho menos que el padre de una amiga le pagó para que acompañara a su hija a través de la ruta terrestre que los llevaría atravesando países hasta México, en cuya frontera estadounidense él los estaría esperando. Fue quizás su fisonomía guapetona, su astucia, inteligencia y conocimientos en inglés la garantía para aquel viaje lleno de riesgos que nunca me comentó porque yo misma le hubiera advertido los peligros: No lo hagas.
No cuestiono los motivos de su decisión. Algunas de sus razones son mías propias y sería hipócrita negarlo. Pachi no huyó de Cuba, se fue porque le dio la gana, y con sus frustraciones profesionales y personales decidió tomar el riesgo. Llegó a los 20 días de travesía. Pachi caminó por la selva, se escondió varios días en una casa, se agachó tras una piedra, escapó de disparos, conoció en su viaje a más de 100 cubanos, aprendió en esas noches a rezarle a Dios, pasó hambre y miedos, montó en camiones, barcos, guaguas, avión y se prometió asimismo que si salía vivo de aquello escribiría un libro.

Cuando llegó por fin a EEUU con su acompañante o protegida, había bajado varias libras, corrido muchos riesgos, pero estaba contento de alcanzar su sueño, aunque su título universitario terminara en la cocina de alguna cafetería o restaurante. Pero esa no sería una frustración para él porque podría ayudar a su madre jubilada y a su hermana, ahora en la universidad.
 Espera al año y un día para empezar a planear venir a verlas, cuando tenga su residencia, como permite a los cubanos que toquen suelo norteamericano, por cualquier vía, la Ley de Ajuste Cubano, es misma que los incita a irse por cualquier vía, con cualquier riesgo.
Pero Pachi tuvo suerte, porque en la desesperada carrera de muchos ante la especulación de la eliminación de esta ley que pone ventaja en lo emigrantes cubanos sobre otros, y por consecuencia los incita alcanzar de cualquier forma el sueño americano, llegó bien y no le ha tocado vivir la situación de los casi dos mil cubanos detenidos entre las fronteras de Nicaragua y Costa Rica.
Mientras leo todas las noticias sobre el tema, miro las fotos detenidamente, porque tal vez encuentre en alguna a mis amigos, porque de Pachi nunca imaginé tal riesgo.
Sí, grupos de traficantes de personas son quienes garantizan el paso por estos países donde a los cubanos se les entrega un salvoconducto para atravesar el territorio en un periodo inferior a un mes. Y eso es todo lo que necesitan. No creo que alguno desee establecerse en ninguno de esos países, la meta son los Estados Unidos, no es secreto para nadie.
Exijo, aunque nadie me escuche, al menos hago uso de mi derecho de expresarme, que se les de a los míos el tratamiento estipulado en cada nación para estos casos. Que los dejen pasar si acaso dejan también pasar a los de diferente nacionalidad, que no sean víctimas de la violencia, que los míos no son una amenaza contra la seguridad de nadie, acaso si no a la de ellos mismos.
Por mi país, espero que recuerden que son cubanos, en cualquier lugar y que se respeten sus criterios y deseos de emigrar. Por otro lado me alegra que tengan la posibilidad de volver, si así lo desean.
Lo ideal sería que EEUU cumpliera sus acuerdos migratorios con Cuba y diera más posibilidades para una emigración organizada y segura, pero ya estoy acostumbrada a que lo ideal no sea lo real.
Creo que esta situación debería ponernos a pensar y sería mejor detenernos en las causas de por qué quieren hacerlo, por qué las filas cada vez tienen más jóvenes, más profesionales, más de mis amigos como Pachi.

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