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viernes, 16 de mayo de 2014

La maldición del lloviznao ¿es irregular el karma de Cuba?




  Nos ha sucedido a los cubanos que pensando en solucionar el hoy, no nos hemos percatado de las consecuencias que traería el futuro. Así sucedió con el acceso casi masivo a la universidad (afortunadamente en proceso de erradicación); la desvalorización de los oficios; la forma de casi regalar las carreras pedagógicas y de las ciencias médicas; y ni hablar de la apertura de servicios (como el correo nauta en el teléfono celular), cuya amplia demanda entorpece su constancia. Igualmente sucedió con el Programa de Ahorro Energético que sin dudas nos benefició, pero no contábamos con todos los recursos para asumir luego las roturas.

 Recuerdo como hace años veía pasar frente a mi casa los trenes cargados de refrigeradores de procedencia soviética que pasaron a mejor vida cuando llegó el Programa de Ahorro Energético (PAE).
  Altos consumidores de electricidad, resistentes a los parches del cubano y reliquia familiar en muchos hogares, aquellos fríos también podían dar buenos dolores de cabeza cuando la máquina se quemaba o había que echarle “gas”.
  Con el PAE, llegaron entonces los equipos chinos que sustituyeron en todos los hogares a aquellos “monstruos rusos”.
  Más de 2 mil 600 refrigeradores de cinco modelos fueron cambiados en la ciudad de Cienfuegos, pero es el conocido como “lloviznao” el más conflictivo de todos, a pesar de ser también, según los técnicos, uno de los mejores.
  De una puerta, nombrado 08 por los especialistas, esa máquina adolece la poca existencia de piezas de repuesto en el único taller de refrigeración del PAE en la provincia.
  No lo sabrám las personas que como un cliente entrevistado esperan hasta dos años para arreglar su Haier, y todos sabemos la incomodidad que supone para la familia cubana no tener dónde conservar los alimentos.
  Con una corrosión evidente y el mal estado de la junta, Raúl solo cambió el mueble, porque no existían todas las piezas que necesitaba.
  El servicio le costó cerca de mil 460 pesos, y no pudo ni siquiera llevarse la puerta y junta nueva.
  Problemas como el de Raúl y otros clientes, pudieran solucionarse si existieran, en el referido taller, las herramientas adecuadas. Sin embargo, aunque cuentan con el personal calificado para esos trabajos, nunca han recibido las herramientas para esas labores.
  Sí, porque estos equipos asiáticos, no pueden remendarse como los soviéticos.
  Los de la antigua URSS, eran más duraderos, cuyos muebles tenían chapas de mejor calibre, y para esos aparatos son la mayor parte de herramientas con las que cuentan. Además, la vida útil de los nuevos equipos es menor y su textura en más fina, por lo que lleva otro tipo de chapistería.
  Las piezas para la refrigeración (sobre todo evaporadores del “lloviznao”) son las menos estables, aunque han mejorado en relación con otros años. Situaciones como estas muchas veces demuestran la incapacidad de adelantarnos a los acontecimientos y no avizorar las consecuencias que, a largo plazo, pueden traernos la toma de decisiones precipitadas.
  Así ha sucedido con varios tópicos en los últimos tiempos, donde se pueden contar el acceso casi masivo a la universidad (afortunadamente en proceso de erradicación); la desvalorización de los oficios; la forma de casi regalar las carreras pedagógicas y de las ciencias médicas; y ni hablar de la apertura de servicios (como el correo nauta en el teléfono celular), cuya amplia demanda entorpece su constancia.
  Volviendo al ejemplo en cuestión, es cierto que el país necesitaba de manera urgente un programa de ahorro energético, sobre todo por el despilfarro en algunos hogares, y las inventadas hornillas, calentadores y toda clase de equipos que “chupaban” la electricidad.
  Sin embargo, ahora no pasa un día sin gentío en los talleres, o largas listas de esperas por falta de piezas, casi todas de importación. Más aún cuando los altos precios en las tiendas recaudadoras de divisa, obligan a continuar invirtiendo en algo que por barato sale caro.
  A esta altura, puede que Raúl prefiriera su refrigerador ruso, y tal vez durante sus noches como custodio se pregunte lo mismo que yo: ¿acaso, es preferible importar antes que recuperar o reparar?, ¿por qué ofertamos servicios que no podemos mantener? ¿Quién acaba con la maldición?



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